Viñeta de El Roto
martes, 30 de diciembre de 2014
jueves, 18 de diciembre de 2014
miércoles, 26 de noviembre de 2014
lunes, 10 de noviembre de 2014
martes, 4 de noviembre de 2014
GRAN SESIÓN PSICOGRÁFICA EN BARCELONA
Este
próximo viernes, 7 de noviembre, sucederá algo nunca visto en Barcelona. Habrá
una Sesión Psicográfica. Lo que significa que Pablo Gallo dibujará a ciegas
acompañado por la música espectral de Iago Alvite. De esa manera invocarán a
Aldous Huxley. Lo harán el mes en que se cumplen 51 años de la muerte del
insigne escritor británico. No puedo perderme algo así. Nunca me lo perdonaría. Me conozco. Sé que arrepentiría siempre. Así que allí estaré. Con mis ojos bien abiertos. Viendo cómo Pablo
Gallo dibuja con sus ojos bien cerrados. Viendo a Aldous Huxley aparecerse ante
mí. Viendo lo que otro ve en la oscuridad. Viendo lo que la oscuridad tiene que
decirme. Viendo algo que nunca he visto. Viendo las visiones que visualiza una
mente en sombras.
Breve vídeo de una Sesión Psicográfica realizada en Bilbao
jueves, 30 de octubre de 2014
jueves, 9 de octubre de 2014
FÉLIX ROMEO Y FRANCO BATTIATO
Félix Romeo entrevista a Franco Battiato en el programa La Mandragora
(Febrero de 1997)
miércoles, 1 de octubre de 2014
viernes, 26 de septiembre de 2014
jueves, 11 de septiembre de 2014
miércoles, 10 de septiembre de 2014
LA SANGRE PRÓXIMA AL RÍO
Avaricia, 1924
De pronto se cruza uno con dos hombres que discuten en plena calle. Dos personas que se increpan, maldicen, se insultan incluso. Y uno no puede evitar ponerse en guardia, agudizar el oído, intentar comprender algo de toda esa bulla mientras espera a que el semáforo se ponga en verde. No puede uno evitar escuchar algo sobre la comunidad de vecinos en la que viven. No puede uno evitar escuchar algo sobre el incívico comportamiento que uno le achaca al otro.
Cuando el semáforo cambia de color, echo a andar y miro atrás y veo ya unos feos aspavientos, la cólera en los cuatro ojos, la sangre próxima al río.
lunes, 8 de septiembre de 2014
INCENDIO DE BOLSILLO
Yves Klein quemando un lienzo, 1961.
En los últimos días pienso mucho
en mi bolsillo. No pienso en mi bolsillo de la manera en que suele pensarse en el bolsillo. No pienso en mi bolsillo en
términos monetarios. Pienso en el incendio que podría desencadenarse allí, en
mi bolsillo. Imagino una cadena de pequeñas llamaradas que me harían saltar sin
ton ni son. Y todo porque hace unos días, de casualidad, leí algo realmente
inquietante en el manual de instrucciones de mi teléfono móvil:
“No guarde el dispositivo con objetos metálicos, tales como monedas,
llaves y collares. Si los terminales de la batería entran en contacto con
objetos metálicos, puede producirse un incendio.”
Nada más leerlo pensé en los años
que llevo guardando el teléfono móvil en el bolsillo de mi pantalón, con una
despreocupación absoluta, junto a monedas y llaves, objetos metálicos que podrían
hacerme sufrir una combustión espontánea. Y, claro, a estas alturas no voy a
dejar de guardarlo ahí, en mi bolsillo, tan sólo porque en un librito me digan
que podría producirse un incendio. No, sigo con el teléfono ahí metido, en mi
bolsillo, junto a monedas y llaves, jugándome la vida cada día, como todas y
cada una de las personas que respiran ese oxígeno, invisible, que entra y sale
de nuestros pulmones a su antojo un día sí y otro también.
viernes, 5 de septiembre de 2014
PUSILÁNIME
Judex, 1963
Hay
palabras mágicas, palabras que funcionan como un imán, palabras que me atraen y
que podría imprimir y enmarcar y colgarlas después en las paredes de mi
dormitorio. Pusilánime es una de
ellas. Pusilánime sería un buen título
para una novela, o para un poemario, o para una película, o simplemente como
nombre para un bar. Me voy al Pusilánime
a tomar unas cervezas, he quedado en el Pusilánime
a las ocho, en el Pusilánime ponen
las mejores tapas de tortilla de toda Barcelona. Con ese nombre funcionaría
seguro. Según la RAE el significado de Pusilánime
es el siguiente:
pusilánime.
(Del lat. pusillanĭmis).
1. adj. Falto de ánimo y valor para tolerar
las desgracias o para intentar cosas grandes.U. t. c. s.
jueves, 4 de septiembre de 2014
LA MUERTE DE LOS BLOGS
El crepúsculo de los dioses, 1950.
De pronto me siento con fuerzas,
más fuerzas que nunca para continuar con este blog. Cuando escucho decir una y
otra vez que los blogs han muerto veo como algo urgente resucitar este blog. Es cuando hay que estar ahí, dándolo todo, cuando las piernas flaquean y el aliento desfallece jadeante. Tengo que hacerlo, tengo que revivirlo, aunque termine por convertirse en un muerto viviente, en un
blog zombie, me digo que tengo que hacerlo, darle un empujón, aunque sea un empujón hacia un abismo.
Allá voy.
Y A ver lo que dura.
miércoles, 3 de septiembre de 2014
LOS LÍMITES DE LA REALIDAD
Carole Lombard, Supernatural, 1933
Lo confieso, en ocasiones hablo solo.
Supongo que todos hablamos solos, aunque sea mentalmente. A veces se trata de una
misma y obsesiva conversación, sobre algún conflicto en el trabajo, o con la pareja o sobre fútbol o sobre política internacional o sobre lo que uno debería
hacer al día siguiente. Pero me pregunto dónde se encuentra el límite para que
esos soliloquios no sean consideramos simple y vulgar locura.
Aunque algo sí que tengo claro: mientras tema volverme loco no estaré loco.
martes, 2 de septiembre de 2014
SIEMPRE ME ARREPIENTO DE LAS LARGAS SIESTAS
Pongo la alarma del teléfono móvil
calculando que tardaré en dormirme entre 5 o 10 minutos y teniendo en cuenta
que después dormiré una siesta de una media hora. Dormir más de media hora de
siesta me sienta fatal. En total son unos 45 minutos de mi tiempo los que
dedico al reposo tras la comida. Si me paso de ese tiempo, y sobre todo si
duermo más de una hora, me despierto siempre aletargado, el cuerpo aterido, la
boca seca, los ojos irritados, cierta jaqueca. A veces escucho la alarma y la
desactivo todavía tumbado en el sofá y me digo que voy a levantarme pero no lo
hago y cierro un momento los ojos y cuando los vuelvo a abrir me doy cuenta de
que llevo una hora y media o dos horas profundamente dormido y el malestar físico
es terrible. Y siempre me arrepiento. Y me excuso, diciéndome que mi cuerpo lo
necesita, dormir ese tiempo extra. Pero sé que no es verdad. Me miento. Me
miento y me arrepiento. Porque, además, sé que ese exceso de sueño será sin
duda como lanzar una cerilla a un pajar, cuando, al caer la noche, se presente
una vez más en la oscuridad el maldito Sr. Insomnio con su soniquete infernal.
martes, 26 de agosto de 2014
viernes, 18 de julio de 2014
HORROR VACUI
Grabado de Jean Duvet, La caída de Babilonia, de la serie Apocalipsis
A veces, por la noche, cuando
todos parecen dormir y en la calle reina un silencio sepulcral, abro un libro
del grabador Jean Duvet y paso un buen rato observando sus obras. No sabría
muy bien decir por qué, pero siempre lo hago por la noche. Creo que nunca he
observado sus grabados durante el día, y menos aún con la luz del sol. Bueno,
recuerdo haber comprado ese libro hace muchos años en la librería del museo del
Louvre, y recuerdo haber observado esos grabados con la luz artificial de los
focos y lámparas que iluminaban la librería del museo, pero a partir de aquel
momento nunca he vuelto a observar los grabados de Jean Duvet en otro momento
que no sea de madrugada, rodeado de ese silencio y ese sosiego que no logro
encontrar en cualquier otro momento del día. Poco sé de Jean Duvet. Sé que nació
en 1485. Sé que está considerado como el primer gran grabador francés. Sé que
sus obras transmiten un intenso y oscuro sentimiento religioso. Sé que en sus
grabados se refleja su horror vacui, su incapacidad para dejar espacio sin
llenar, un mínimo espacio en blanco para coger aire. Siempre son escenas llenas
de gente. Escenas repletas de mil y un detalles que atrapan fácilmente la
mirada del espectador. Escenas que equilibran mis noches, las noches en las
que no puedo dormir y el silencio y el sosiego me rodean, me acorralan, me asaltan.
domingo, 6 de julio de 2014
ENCUENTRO CONMIGO MISMO
El otro día vi a Álex Nortub por
la calle. Le vi de lejos. Caminaba solo. Decidí seguirle. Hubo un momento en
que se paró a ver un escaparte. También yo me paré y le observé durante un buen
rato a cierta distancia. Desde donde me encontraba no podía ver a que tienda
pertenecía el escaparate ante el que, ensimismado, permanecía Álex Nortub. Por
su expresión de ceño fruncido y mirada entornada, pensé que sería una librería.
Después echó a andar, y al poco tiempo me encontré a la altura del escaparate y
pude comprobar que la tienda en cuestión era una charcutería. Carnes y fiambres
era lo que había estado mirando Álex Nortub durante diez minutos. Seguí de
nuevo sus pasos, que me llevaron hasta el portal de un edificio en ruinas. Allí
entró Álex Nortub y le perdí de vista. Tras esperar un rato, decidí acercarme y
empujar la puerta. Se abrió y me encontré con un solar inmenso. Me asomé. No
había ni el menor rastro de Álex Nortub. Regresé a casa decidido a cenar una ensalada con mucho
aguacate.
jueves, 12 de junio de 2014
LA MEMORIA PATAS ARRIBA
Pintura de Nacho Martín Silva
Creo que paso demasiado tiempo dentro de mi
cabeza. Tal vez debería salir un poco más fuera de ella. Airear mis neuronas. Dejar
que alguna corriente fresca sacuda mis pensamientos. Pero no es fácil. Me he
acostumbrado a estar ahí adentro. Y no se está nada mal. Entretenido con mis
cosas. Cambiando los pensamientos de sitio. Poniendo la memoria patas arriba. Y
me divierte. Ahí adentro siempre lo paso en grande. Fuera a menudo me aburro. La Realidad es tan aburrida
y predecible como uno de esos telefilmes de sobremesa con los que es inevitable
quedarse dormido. La Realidad
es una perra sonámbula. Va por el mundo dando tumbos y mordiendo los tobillos
de la gente como yo, gente que pasa demasiado tiempo dentro de su cabeza,
cambiando los pensamientos de sitio, poniendo la memoria patas arriba. Me
quiere hacer salir a base de pequeñas dentelladas. La Realidad. Está ahí fuera
esperando a que me asome para hincarme el diente. No es para mí una extraña. La Realidad. Pero cada vez paso más
tiempo alejado de ella. Ya no recuerdo su triste cara con su triste sonrisa. Ni
sus largas manos con sus largos dedos. Ni tan siquiera el característico perfume que desprende cuando se aproxima. Ese atolondrado aroma que te envuelve, te
embriaga, te hace creer que el momento presente tiene un valor incomparable a
cualquier otro momento perteneciente a un tiempo pasado o a un tiempo futuro. A
mí ya no me engaña. La Realidad. Prefiero
pasar demasiado tiempo dentro de mi cabeza. Prefiero cambiar los pensamientos
de sitios. Prefiero poner la memoria patas arriba, y recordar, una vez más, sin
miedo alguno a quedarme corto, como si de un mantra mental se tratase, todo
aquello que nunca sucedió.
Pintura de Nacho Martín Silva
viernes, 30 de mayo de 2014
miércoles, 28 de mayo de 2014
EL PROCEDIMIENTO
Pintura de Hendrik Van der Borcht
Dos meses después de haber
comprado un aparato tecnológico en una gran superficie, de un día
para otro, el aparato dejó de funcionar. Como estaba en garantía, me acerqué hasta
la gran superficie y allí me dijeron que el procedimiento era el siguiente: Ellos
me daban un número de teléfono de un servicio técnico al que yo debería llamar,
entonces el aparato sería recogido en mi domicilio y, 15 días después, me lo
devolverían arreglado o me darían uno nuevo, todo sin el menor coste por mi
parte. Con esta idea me fui a casa y al llegar llamé al número de teléfono del
servicio técnico y les explique mi caso. Tras darles la referencia del
producto, los del servicio técnico me dijeron que con ese aparato el
procedimiento era el siguiente: Debía acudir a la gran superficie y allí debían
devolverme el dinero o darme un aparato nuevo al momento, y si ponían alguna
traba, debían llamarles para salir de dudas. Con esa idea llamé por teléfono a
la gran superficie. Tras explicarles lo que me habían dicho en el servicio técnico,
me dijeron que en ningún caso seguían ellos ese procedimiento, que el
procedimiento era otro, que tendría que acercarme a la gran superficie y que
ellos mismos me tramitarían el envío del aparato al servicio técnico. Insistí
en el procedimiento que me habían explicado los del servicio técnico. La gran
superficie insistió en que el procedimiento correcto era otro. Al día siguiente
fui a la gran superficie y, educada pero tajantemente, les explique mi caso y
el procedimiento explicado por el servicio técnico, les di su número de teléfono
y les pedí que hiciesen el favor de llamarles. Para mi sorpresa, el chico del
mostrador dijo enseguida que sí con cara de circunstancia y desapareció por una
puerta cercana. Tras diez minutos de espera, reapareció y me dijo que sí, que
lo habían comprobado y que debían devolverme el dinero o darme un aparato nuevo.
La alegría que sentí en aquel momento, la alegría de meterles su puto
procedimiento por el culo, fue una de las mayores alegrías que he sentido en
los últimos diez años. Un instante después, una chica joven y decidida me
acompañaba por los laberínticos pasillos de la gran superficie para realizar el
ansiado cambio de mi aparato tecnológico.
martes, 6 de mayo de 2014
FERMENTO
Pintura de Benjamin König
FERMENTO (Fragmento de novela creciente)
A media tarde nos alejamos del
centro sin medir las consecuencias de nuestros pasos. Cuando llegamos a las
inmediaciones de la localidad surgieron las primeras dudas. Nunca antes
habíamos cruzado el límite. Llegamos a temer que la demarcación fuese el final.
Pero aquello sucedió hace muchos años. Hemos pasado demasiado tiempo lejos de
estar cerca de algo, cerca de estar lejos de nada, inmersos en el abismo de las
naderías cotidianas, retorciendo las palabras, intentando convertirlas en algo
parecido a frases, en un mínimo jugo que hidrate los párrafos. Es la sed de
nuestros dedos la que nos obliga a seguir tecleando. Nuestras uñas, astilladas,
son iluminadas una vez más por la pantalla en mitad de la noche. El sonido de
la yema de nuestros dedos, dando esos golpecitos, se nos antoja un
desequilibrado reloj cósmico, con su tic-tac-tic y su tac-tic-tac y hasta su
tic-tac-tac-tic-tac-tic-tic-tic sin el menor sentido. Dentro de nuestra cabeza
todo funciona de otra manera. Suenan chasquidos. Se quiebra. Se astilla. Como
nuestras uñas. Elástica escritura rota, nos decimos exhaustos. No nombramos. No
segamos. No recolectamos. Dejamos que sean otros quienes observen el brillante
horizonte que deslumbra un poco más allá, en las inmediaciones del vertedero
lingüístico. Sabemos que la peste literaria se extiende al ritmo de las grandes
superficies. El dulce hedor de sus palabras impregna las mentes huecas. Por
mucho que intentemos abstraernos, ahí está esa frontera maloliente, tumefacta,
una frontera que se inflama días tras día invadida por el alegre virus de la
desfachatez reinante. Con sus hienas, coyotes, lobos sarnosos, aves de rapiña
de muy variada procedencia, ratas, ratones, musarañas, libélulas podridas,
hormigas carnívoras, lombrices, gusanos, escarabajos peloteros, arañas
pelotudas, diminutos abejorros mutantes, moscones, avispas, asnos, hipopótamos,
tristes dinosaurios de biblioteca. Cruzamos la frontera-zoológico sin mirar
atrás, con los ojos cerrados, tanteando el terreno con nuestro hipotálamo. Las
heridas supuran una alegría contenida. Se ríen de lo que van dejando atrás. Perforaciones que llegan al hueso. Lo astillan hasta romperlo. Mientras, nos arrastramos hacia el no lugar.
Pintura de Benjamin König
martes, 18 de marzo de 2014
EL DÍA QUE ME OLVIDÉ LAS GAFAS DE SOL
El día que me olvidé las gafas de sol casi me vuelvo loco. Nunca
antes me había pasado. Me las dejé en casa, por la mañana, sobre la mesilla de
noche, junto a un libro de Pere Calders.
El día que me olvidé las gafas de sol casi me quedo ciego. Cuando salí a la
calle el cielo estaba cubierto y nada hacía presagiar que se abrirían grandes
claros a mediodía. Pero así fue, el sol se hizo fuerte allá arriba, disipando las
dudas que pudieran tener todas aquellas nubes grisáceas de formas entreveradas.
Y la luz lo abarcó todo y esa luz cegadora se metió hasta en mis bolsillos. El día que me olvidé las gafas de sol maldije
un millón de veces mi mala memoria. Busqué la sombra sin descanso, pegándome a
las marquesinas, a los semáforos, a las fachadas de los edificios,
candentes. Busque la sombra sin descanso
y cuando la encontré no hallé consuelo en ella, ni tampoco la sombra de mi
consuelo. El día que olvidé las gafas de
sol fue uno de los días más tristes de mi vida. Ya no sé ver sin ellas. Ya
no sé vivir sin ellas. Son una parte de mi cuerpo. Olvidar las gafas de sol es
como olvidar la cabeza, en cualquier sitio. Olvidar un pie. Olvidar una oreja.
Olvidar un dedo meñique. Olvidar una rodilla. Olvidar un fémur. Olvidar la mandíbula.
Olvidar el sistema digestivo. Olvidar un globo ocular. Es inaceptable. No debo
olvidar las gafas de sol. No debo olvidar las gafas de sol. No debo olvidar las
gafas de sol. Escribiré mil veces esa frase para que las gafas de sol estén
siempre a mi lado, y no me abandonen nunca, y cuiden de mí ante los días luminosos
que se asoman ya por el horizonte del futuro inmediato, con todos sus soles,
ardiendo por fuera, y por dentro, quemando las retinas de los hombres que viven
y mueren sin cristales ahumados que protejan sus córneas.
Hermes Trimegestus, alquimista
jueves, 6 de marzo de 2014
MUERE LEOPOLDO MARÍA PANERO (1948-2014)
Un poema de Leopoldo María Panero:
DEDICATORIA
Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.
martes, 21 de enero de 2014
La caída
Bruegel el viejo, La caída de los ángeles rebeldes
Ayer me tropecé de la manera más tonta. Ahora tengo una pierna escayolada y una herida leve en mitad de la frente. Ahora permanezco mucho tiempo sentado o tumbado y las horas parecen siglos que se encadenan sin fin. Ahora no sé que hacer con mi vida y reconozco que soy el peor enfermo del mundo. De la manera más tonta. Así sucedió todo. De una manera tan tonta que me da una vergüenza tremenda entrar en más detalles. Con decir que todo sucedió de la manera más tonta creo que todo está dicho. No hace falta más. No es necesario. Me pica. La pierna. Ahí adentro. Me pica de la manera más tonta y de la manera más tonta siento la imposibilidad de rascarme y de hacer frente a ese picor inmundo.
jueves, 9 de enero de 2014
DENTRO-FUERA
En una carta de Louis Ferdinand Celine a su amigo Albert Paraz:
"Cuando no se tiene fuerza,
no queda más remedio que hacer el payaso.
Mejor sentado que de pie."
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