Kasimir Malevich
viernes, 26 de marzo de 2010
domingo, 21 de marzo de 2010
sábado, 20 de marzo de 2010
OBSERVO UNA FOTOGRAFÍA EN BLANCO Y NEGRO
Observo una fotografía en blanco y negro que pertenece a la solapa de un libro. En la fotografía aparece un hombre. Ese hombre es el autor del libro que sostengo entre mis manos. Su manera de enfrentarse al objetivo es inusual, no es la típica pose de escritor, tampoco su obra es la típica obra literaria a la que nos tienen acostumbrados muchos de los autores de su generación. Presto atención a su mirada. Parece interrogar a quien le observa, quizá pretenda interrogar al lector. ¿Sabes bien dónde te estás metiendo? parece decirle. Su ceja izquierda permanece elevada, creo que ese detalle es el que me lleva a pensar que su mirada interroga. Entre la ceja elevada, el cuello subido de su americana y sus brazos cruzados, deberíamos hablar de una pose intrigante. Por un momento logra inquietarme. La imagen podría fácilmente hacer pensar en un vampiro, en el mismísimo Conde Drácula. Pero, también, si nos ponemos a imaginar, la pose del hombre de la fotografía, sobre todo su cruce de brazos, podría hacernos pensar que lleva una camisa de fuerza. Tiene cierto aspecto de hombre perturbado, el último en descender de un tren. No debemos descartar ninguna posibilidad. Bien podría haberse escapado de algún hospital. Como, por ejemplo, del Hospital Psiquiátrico de Herisau. La fotografía está realizada en blanco y negro, esto ya lo he dicho pero creo que es importante recordarlo. El fondo de la fotografía es absolutamente blanco, como la nieve que a menudo rodea el hospital suizo en el que durante tantos años estuvo internado el escritor Robert Walser, referente indiscutible del hombre que aparece en la fotografía. Observo de pronto un detalle que se me había escapado. Por si la luz que refleja la nieve, o sus palabras, o todos sus libros, le molestase, en el bolsillo de su americana asoman con timidez unas gafas de sol. Por último, observando el conjunto, pienso que, si supiese dibujar, me gustaría saber hacer los pliegues de la ropa, poder recrear esas arrugas que se forman en su americana al cruzar sus brazos. Las luces y las sombras de una tela nada tienen que envidiar a las de un rostro.
Es entonces, en el momento en que absurdamente creo haber desentrañado los misterios de la fotografía, cuando comienzo a leer el libro.
Así aparece Enrique Vila-Matas en la solapa de Dublinesca.
(Fotografía de Xavier Torres-Bacchetta)
jueves, 18 de marzo de 2010
LOS DÍAS QUE MÁS ME GUSTAN
Hay días en que me cuesta salir de casa, pero, debido a ciertas necesidades o compromisos, me veo obligado a hacerlo sin tener la menor gana. Esos días el hecho de abandonar el piso en el que vivo se convierte en un enorme fastidio, salgo de casa pero salgo con mala cara, saludando con desgana a los vecinos, esos vecinos que me tienen por un antipático de campeonato. Sí, es cierto, reconozco que esos días que tanto me cuesta salir de casa, una vez fuera, podría ganar con facilidad cualquier campeonato de antipatía del mundo. Me imagino en el centro de un podium, con mi mala cara y con mis contrincantes a ambos lados, también con mala cara pero muy lejos de la hostilidad que pueda reflejar mi rostro. Imagino que me dan una medalla en la que puede verse representado un ceño fruncido. No me considero, habitualmente, una persona antipática. Pero esos días, esos días en que tanto me cuesta salir de casa y me obligado a hacerlo, puedo llegar a morder. Literalmente. Ñam. Sí. Puro canibalismo. Así soy yo esos días. Enseño los dientes. Gruño. Me comporto como un auténtico idiota. Un majadero de tomo y lomo.
También hay días en que me pasa justamente todo lo contrario. Hay días en que no existe el menor motivo para que tenga que moverme del lugar en el que vivo pero, debido a una terrible desazón que hace que me piquen de manera exagerada las plantas de los pies, soy consciente de pronto de que me apetece mucho salir a la calle, a caminar, a dar vueltas a la manzana, a deambular por una ciudad que creía haber olvidado. Esos días saludo sonriente a mis vecinos, esos vecinos que me tienen por un antipático de campeonato y a los que, con mi sonrisa profident, les rompo todos sus esquemas y les hago pensar en si su vecino el antipático habrá perdido la cabeza o habrá vuelto a drogarse. Y, con sus esquemas rotos, me miran de reojo, de arriba a bajo; intimidados por mi buena cara corren a sus casas a contarles a sus mujeres o maridos que el vecino ese, el antipático, les ha sonreído, de verdad.
Caigo en la cuenta de que podría clasificar todos los días de mi vida en tres tipos:
1) Los días en que no me apetece nada salir de casa.
2) Los días en que me apetece mucho salir de casa
3) Los días en que, salga o no salga de casa, no pienso en si me apetece o no me apetece abandonar el lugar en el que vivo.
Los del punto número tres son los días más habituales, los días que más se han repetido a lo largo de mi vida, los días que más me gustan.
martes, 16 de marzo de 2010
Halleluuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuujaaah
Hallelujah
Versión interpretada en directo por Jeff Buckley (1966-1997)
sábado, 13 de marzo de 2010
ADIÓS A MIGUEL DELIBES
Dibujo de Pablo Gallo
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¿Qué decir de la muerte de un escritor como Miguel Delibes? Poco tengo que decir que no se haya dicho ya. Así que dejo aquí este dibujo que he encontrado en el blog de Pablo Gallo, y varios enlaces de un mismo blog, el blog de Antón Castro, siempre atinado y brillante, un faro en mitad de la red.
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jueves, 11 de marzo de 2010
KAFKA EN DUBLÍN
Kafka (La cúpula, 2010)
Robert Crumb & David Zane Mairowitz
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Ayer, dos minutos después de entrar en una céntrica librería barcelonesa, me topé con Kafka (La Cúpula, 2010), un cómic de Robert Crumb y David Zane Mairowitz en el que se recrean diferentes relatos y pasajes de la vida del escritor.
Robert Crumb, dibujante aclamado e independiente donde los haya, icono del cómic underground, se une esta vez a Dave Zane Mairowitz, que secunda las viñetas de Crumb con diversos textos. Así que, tras echarle una ojeada, no pude evitar comprármelo. Aún no he podido leerlo entero, pero tras ojearlo con calma puedo decir que tiene una pinta estupenda. Juntar a Kafka y a Crumb me parece un grandísimo acierto. Como dice la contraportada: La obra de ambos comparte neurosis, humor agónico, aflicción existencial, una originalidad incontestable y cierta cualidad genial que la desplaza de su tiempo para hacerla inmortal. Al atardecer, tras llegar a casa con Kafka bajo el brazo, accedí a Internet para mirar mi correo. Entre varios emails llamó mi atención especialmente uno, uno de una persona a la que no conozco y en el que, como asunto, podía leerse Kafka en Dublín. Lo abrí y me encontré con una pregunta ¿Sabes que Kafka también está presente en Dublinesca? Respondí con un simple No. Al poco tiempo me llegó un nuevo email en el que aparecía un enlace. Pinché y el misterio se resolvió. Resulta que ya sabemos algo más, sabemos que la fotografía de la portada de la nueva novela de Enrique Vila-Matas, Dublinesca, es una fotografía que aparecía ya en el cartel de la película Kafka (Steven Soderberg, 1991). Así es, ahora sabemos algo más, sabemos que a Vila-Matas, por mucho que se vaya a Dublín, por mucho que se oculte tras una estatua de Joyce, Kafka siempre le persigue y termina por encontrarle.
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Trailer Dublinesca:
Por cierto, ya sólo faltan 5 días para viajar a Dublinesca.
martes, 9 de marzo de 2010
PORTADA DE "EL LIBRO DEL VOYEUR"
Esta será la portada de El libro del voyeur. No me canso de mirarla. Pero qué chula! Qué bonita! Qué buena pinta tiene! Estoy deseando tener este libro entre las manos, tocarlo, ojearlo, olerlo... Dicen que el 10 de mayo se pone a la venta. Pero qué bien! Qué alegría! Esto hay que celebrarlo. Me tomaré una copa de champán. A la salud de Pablo Gallo y de todos aquellos que colaboran en el libro. Y luego otra copa, y otra, y otra... así hasta que el libro llegue a mis manos. Sí, viviré a base de champán hasta el 10 de mayo. Voy a intentarlo.
miércoles, 3 de marzo de 2010
DUBLINESCA
Dublinesca
Enrique Vila-Matas, Seix Barral, 2010
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Sabemos que Dublinesca es el título del nuevo libro de Enrique Vila-Matas.
Sabemos que falta muy poco para que llegue a las librerías.
Sabemos que la fecha de lanzamiento es el 16 de marzo.
Sabemos que el título está inspirado en un poema de Philip Larkin sobre la muerte de una prostituta.
Sabemos que el libro nos cuenta la historia de un hombre que viaja a Dublín.
Sabemos que viaja hasta allí tras tener un sueño.
Sabemos que no es un sueño cualquiera.
Sabemos que es un sueño premonitorio y apocalíptico que transcurre en la capital de Irlanda.
Sabemos que el hombre que tiene ese sueño responde al nombre de Samuel Riba.
Sabemos que se considera el último editor literario.
Sabemos que se siente hundido desde que se retiró.
Sabemos que convence a unos amigos para realizar ese viaje y acudir al Bloomsday.
Sabemos que Samuel Riba oculta a sus compañeros dos cosas que le obsesionan.
Sabemos que una de las cosas que le obsesionan es saber si existe el escritor genial que no supo descubrir cuando era editor.
Sabemos que la otra cosa que le obsesiona es el hecho de celebrar un funeral por la era de la imprenta.
Sabemos que en el libro hay un diálogo que dice así:
—¿Sueña usted a menudo? —le preguntó Judith.
—Casi nunca soñamos ya —dijo John Ford—. Y si lo hacemos se nos olvida. Como hablamos de todo, no nos queda nada para soñar.
—Casi nunca soñamos ya —dijo John Ford—. Y si lo hacemos se nos olvida. Como hablamos de todo, no nos queda nada para soñar.
Sabemos que el 17 de marzo (St. Patrick´s Day) Enrique Vila-Matas estará en Madrid charlando sobre el libro con el escritor Ray Loriga, concretamente en la Biblioteca Histórica del Marqués de Valdecilla.
Sabemos que el escritor, en una entrevista para el periódico El Mundo, dijo esto: quizás es la primera vez en que una de mis novelas está calculada para que tenga una gran diversidad de lecturas; aspira a dar mucha libertad al lector. Me gustaría que sus tramas internas permanecieran ocultas hasta el mes de marzo, aunque creo que jamás sabré contarla ni siquiera yo mismo: para mí es la típica historia que sólo se puede conocer una vez la has leído.
Sabemos poco sobre Dublinesca, y esto hace que queramos saber mucho más. Contamos los días. Los tachamos en el calendario que cuelga de la pared de la cocina. Mientras el café da vueltas en el microondas. A la espera. Así estamos. Los dos. Expectantes ante la espesa niebla que conforma lo desconocido, lo que todavía no sabemos.
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21 de junio de 2009, Bloomsday.
martes, 2 de marzo de 2010
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