miércoles, 23 de septiembre de 2009

UNA MIRADA PERIFÉRICA

El cazador, pintura de Caspar David Friedrich
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He de reconocer que a veces me sorprendo pensando en ti. Te imagino leyendo esto, con tu mirada fija en la pantalla. Sé que tu mirada son también otras miradas, cierto cúmulo de atisbos ocultos que me inquietan. Pienso también en tus manos, junto al teclado. Pienso en tu postura ante la pantalla, una postura ligeramente encorvada, sin exageración alguna. Pestañeas a veces, también pienso en ello, no creas que lo olvido. Quien no pestañea no mira. Hay un estudio de la Universidad de Tokio que asegura que al pestañear perdemos quince minutos de cada película que vemos, que el cerebro hace una pausa de 450 milisegundos cada vez que pestañeamos y que, así, de esta manera, perdemos seis segundos de información por cada nuevo minuto de visión. Y yo sigo pensando que quien no pestañea no mira, ni ve. El párpado está controlado por un solo músculo. He leído en alguna parte que, relajando tan solo ese músculo, puede uno llegar a relajar todo el cuerpo. Los ojos ofrecen mucho más de lo que la gente imagina. Cuando enfocamos un objeto con la vista, hay también otras imágenes que llegan a nuestro cerebro a través de la visión periférica, a través de lo hay tras ese objeto o a nuestra derecha e izquierda. El entorno es importante. Intento ser consciente del entorno cuando miro. He leído también, que quien bloquea su visión periférica, quien enfoca un único objeto, termina creando una fatiga mental y un tipo de concentración basada en la tensión. No me gustaría llegar a eso. El entorno es importante. Mucho. Muy importante. Pero a mí, lo que en verdad me gustaría, lo que tantas veces he imaginado, sería tener ojos detrás, entre la coronilla y la nuca, ocultos tras el pelo. Sí, estarían ocultos para no asustar a la gente. La gente se asusta con facilidad cuando ve ojos que no están en su sitio. Y así vería lo que sucede a mis espaldas, tras de mí. También, de esta manera, con ojos detrás, utilizaría la visión periférica, por supuesto, no lo dudes. El entorno continúa siendo importante. A veces me sorprendo también pensando en tu entorno. Pero no saco mucho en claro. Pensar en el entorno de alguien a quien no conoces personalmente es absurdo. A menudo tropiezo con lo absurdo. Lo absurdo me tranquiliza. Me relaja más que el hecho de intentar relajar el músculo de mis párpados. Me relaja más que el hecho de estar pendiente del entorno, de la visión periférica. Pero el entorno, no viene mal repetirlo, es importante. Y absurdo. El entorno también es absurdo, y borroso, como un denso banco de niebla matinal descendiendo montaña abajo. Pero ahí está, nadie puede ya, a estas alturas, negarlo. Tan sólo debe uno mirar un objeto, el que sea, y echar una de esas miradas que escudriñan el entorno, una simple y valiente mirada periférica.


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Pintura de Rene Magritte

2 comentarios:

carmen dijo...

Pues la verdad.Nunca había pensado todo lo que dices.¿ Nunca he visto una película completa ,cada vez que parpadeo pierdo milésimas de segundo de visión....?.Yo una vez, hace mucho, perdí la visión periférica.La verdad parece mentira lo raro que es ver solo lo que se tiene delante.Es importante el entorno..

Saludicos

Álex Nortub dijo...

Sí, Carmen, así es, el entorno es importante.