Recientemente he
entrevistado por e-mail al dibujante y pintor Pablo Gallo con motivo de la presentación en Barcelona de su libro Manual de ruleta rusa (Aristas Martínez, 2015), que tendrá lugar en
la librería Laie del CCCB este viernes 2 de octubre a las 19 h, en compañía de Laura Fernández
y de Colectivo Juan de Madre. Cita a la que no faltaría aunque me rompiesen las
piernas.
¿Cómo empieza
uno a hacer un Manual de ruleta rusa?
Todo empezó cuando me pregunté por el origen del término, y eso
sucedió mientras veía en Youtube un vídeo de un concierto de Pascal Comelade en
el que tocaba un tema titulado Russian roulette. Si aquel día me hubiese
preguntado por el origen del término Montaña
rusa o del término Ensaladilla rusa,
habría salido un libro muy diferente. Y no descarto hacer una trilogía rusa utilizando
también esos términos, y desarrollar así un Manual
de montaña rusa y un Manual de
ensaladilla rusa. Sería una trilogía maldita, claro.
En tus
diferentes proyectos -exposiciones de pintura, libros ilustrados, performance-
siempre está presente la literatura. Y en la contraportada y en el prólogo de Grace Morales se menciona
tu debut como escritor.
Bueno, yo no me considero escritor, pero escribo y es algo que
necesito hacer desde que era adolescente. Aunque lo que había escrito hasta el
momento tenía que más ver con lo cotidiano unido al dibujo y la pintura, textos
breves que colgaba en mi blog, una especie de diario. Cuando empecé con este libro,
le propuse a Esther García Llovet –con quien tengo amistad y a quien admiro
como escritora- que se ocupase de los textos. En un principio le gustó la idea
y dijo que sí. Pero después de pasar algún tiempo hablando sobre ello, terminó
diciéndome que le parecía que yo lo tenía todo muy claro y que debía lanzarme a
escribirlo, y eso fue determinante.
¿Qué tienen para
ti en común el dibujo y la escritura?
Construyendo
este libro me di cuenta de que escribo de la misma manera que dibujo o pinto:
Una idea me obsesiona y la persigo hasta que esa obsesión se diluye en lo que hago. Pintando
siempre trabajo en serie. Este libro podría ser también el catálogo de una exposición.
Para
mí dibujar o escribir son en gran parte como juegos de azar, en los que siempre
tengo la sensación de que hay algo que se me escapa, ciertas cosas que no puedo
controlar. Y, dibujando o escribiendo durante largo tiempo, me fascina el estado
de trance en el que puedo llegar a caer. A veces me sorprendo creyendo incluso
haber desaparecido durante un par de horas. Pero, por otro lado, escribiendo
siento cierta inseguridad y dibujando no, dibujando es todo lo contrario, hasta
me atrevo a hacerlo a ciegas.
Además de la
literatura, también están muy presentes en el libro la música y el cine.
Claro, puede uno encontrar muy diferentes referencias a la
ruleta rusa en la música o en el cine, y de eso trata uno de los capítulos,
hago una selección de esas referencias y al mismo tiempo hago una especie de
homenaje a personajes un tanto olvidados. A veces tengo la sensación de que el
libro fue construyéndose solo, porque lo veo como una especie de laberinto de
referencias y citas que me resulta imposible visualizar en su conjunto.
Y tratándose de
la ruleta rusa, también el suicidio tiene un gran peso. ¿Te obsesiona la
muerte?
Me
temo que a todos, a partir de cierta edad y en mayor o menor medida, nos
obsesiona la muerte. La muerte siempre está ahí, esperándonos a la vuelta de la
esquina. Y la muerte es uno de los grandes temas de la Historia del Arte y de
la literatura. Pero me atrevería a decir que la muerte me obsesiona para bien. Pensar
en la muerte me da ganas de hacer cosas. Me parece saludable tratar el tema de
la muerte y, desde ahí, celebrar la vida. El pintor Francis Bacon dijo una vez
en una entrevista: Si la vida te
estimula, debe estimularte, como una sombra, su opuesto, la muerte.
Mezclas además el ensayo, la biografía o la ficción con ilustraciones de diferentes estilos… ¿Cómo diste con el tono?
Creo que fue el tono quien dio conmigo. Como he comentado, empecé
por el origen del término ruleta rusa y, tirando del hilo, fueron apareciendo anécdotas
inesperadas que empezaron a tejer una gran tela de araña, en forma de
collage y con una especie de trama subterránea, como le gustaba a David Markson,
escritor que de alguna manera me influyó a la hora de pensar en cómo construir
el libro, aunque al final tampoco creo que tenga tanto que ver. Y además siempre tengo presentes a dos escritores que también dibujaban,
se trata de William Blake y de Bruno Schulz. Y siempre digo que me siento muy
bien en ese lugar fronterizo, entre el trazo y la palabra. Es como encontrar un
lugar en el que nadie te molesta y en el que haces un poco lo que te da la gana,
como ese bar especial que conoce poca gente y en el que puedes beber tranquilo
mientras hablas con el camarero.