miércoles, 26 de noviembre de 2008

Mi reino por un hotel

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Cuando tenía diez años vi por primera vez Psicosis, la famosa película de Alfred Hitchcock. Desde entonces soñé con llegar a tener algún día un hotelucho de mi propiedad. Al final encontré este situado junto a una vía. Hice algunas reformas, la verdad es que no demasiadas, y abrí sus puertas. Es cierto que algunos huéspedes se quejan por los ruidos que hacen los trenes al pasar. Pero la mayoría admiran las preciosas reproducciones de pinturas que adornan pasillos y habitaciones. Por eso las he puesto. Para que al contemplar estas obras de arte, aunque sean simples láminas compradas en un bazar, se olviden de los ruidos que provienen del exterior. Además, haciendo que los huespedes mantengan su mirada en las paredes, sé que no se fijarán en las cucarachas que corretean de vez en cuando por el suelo. No hay duda de que este hotel no sería lo mismo sin esas imágenes que cautivan las miradas de los que deciden hospedarse aquí. Esas imágenes son mi salvación. Esas imágenes son las que realmente mantienen a flote este humilde lugar de hospedaje en el que muchos no entrarían si no fuese por el placer que puede producir el contemplar un rostro terrorífico, una muchacha saliendo de la ducha o una casa junto a una vía pintada por Edward Hopper en 1925.



Janet Leigh recien salida de la ducha
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Casa junto a la vía, pintura de Edward Hopper en la que se inspiró Alfred Hitchcock
para la casa que aparece en la película Psicosis.
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Escena de la película Psicosis.
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Poema de Gail Levin, aparecido en el libro The Poetry of Solitude,
A Tribute to Edward Hopper (Universe Books, 1995):
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Aquí fuera en el centro exacto del día,
esta casa desgalichada y rara tiene la expresión
del que sufre una mirada fija, del que contiene
el aliento bajo el agua, mudo y expectante;

esta casa se avergüenza
de sí misma, de sus mansardas fantasiosas
y su porche pseudogótico, se avergüenza
de sus hombros y sus manazas torpes.

Pero el hombre del caballete es implacable.
Es tan brutal como el sol, y cree
que la casa tuvo que hacer algo espantoso
a los que en otro tiempo la habitaron

para estar ahora tan atrozmente vacía,
tuvo que hacerle algo al cielo
para que también el cielo esté desierto
y no diga nada. Por ningún lado

crecen árboles ni arbustos: la casa
tuvo que hacerle algo a la tierra.
Lo único presente es una sóla vía
que va recta a lo lejos. No pasa el tren.

Ahora el forastero viene por aquí a diario,
y la casa sospecha que también él
está desolado; desolado
y avergonzado, incluso. La casa empieza

a mirarle de frente. Y sin saber cómo,
la tela en blanco va tomando despacio
la expresión de alguien acobardado,
que contiene el aliento bajo el agua.

Hasta que un día el hombre se va.
Es una última sombra de la tarde
que atraviesa la vía y se encamina
por el inmenso campo anochecido.

Pintará otras mansiones abandonadas,
y cristaleras de cafetería borrosas, y escaparates
mal rotulados al borde de los pueblos.
Tendrán siempre la misma expresión,

la desnudez total de alguien que sufre
una mirada fija, alguien americano y desgalichado.
Alguien que va a quedarse solo
una vez más, y ya no lo soporta.

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10 comentarios:

entrenomadas dijo...

Bueeeeeno!!!

Te cuento. Yo cambié las cortinas de mi baño cuando vi que eran igualitas a las de la película. Me pasé a las mamparas de cristal enseguida.
Menudo trauma, ya me he curado, pero...


M

ÁLEX NORTUB dijo...

Querida Marta,
yo hice todo lo contrario. Cuando me independicé compre unas cortinas igualitas a las de la película y retiré enseguida las mamparas de cristal. Y en el armarito del cuarto de baño guardo un cuchillo de carnicero, por si las moscas. No me gustan nada las moscas.
Kisses.

Anónimo dijo...

te ganaste otro enlace :-)

ÁLEX NORTUB dijo...

Vaya, pues nunca había ganado nada en mi vida, y no negaré que ganar este enlace, por diversas razones, me agrada. Me agrada molt!

Anónimo dijo...

Desgalichados.

Es posible que nosostros también nos hayamos quedado así, después de comprobar cuidadosamente en el diccionario que casas y cuadros y personas pueden desgalicharse. Y que efectivamente lo hacen.

el lector dijo...

no sé, psicosis apartes -sic-, al final y a mi edad lo que de verdad se te queda en la retina es la cara de una muchacha saliendo de la ducha...

pdta.: yo también tengo cortinas.

39escalones dijo...

Pues yo acabo de poner las cortinas... Magnífico texto. Hay un documental producido por Canal Satélite Digital que explora las conexiones Hitchcock-Hopper. El famoso motel es una de ellas, pero otras películas como Vértigo o Con la muerte en los talones tienen fotogramas calcados de los cuadros de Hopper. Qué unión de talentos.
Saludos.

Anónimo dijo...

Yo no tengo cortinas, además la persiana siempre está arriba, es lo que tiene el exhibicionismo...
Janet Leigh está guapísima
excelente texto!!!
un abrazo

Anónimo dijo...

Sólo decir que desgalichado es una de mis palabras preferidas y que hace tanto tiempo que no la oía que empezaba a pensar que solo existió en un sueño.

Mariel dijo...

Ese plano de Norman Bates-Sra. Bates fue una de las cosas que más miedo me produjeron y creo que dura sólo unos segunditos. Mira su mano, la mosta, levanta la mirada, sonríe... terror. Me gusta tu blog, te voy a seguir.