jueves, 28 de abril de 2011

CINCO PUNTOS MUERTOS





1. Escribir desde la muerte no es muy diferente de escribir desde la vida; las letras, palabras y frases deben también encadenarse y aparentar cierto significado.

2. Hay días en que morirse es un verdadero alivio. He muerto tres veces en mi vida. Las tres veces he sentido esas defunciones como un enorme consuelo, un bálsamo de suspiros interminables.

3. En el momento en que te das cuenta de que estás muerto, te preocupas siempre por cosas que dejaste sin hacer en vida: que si no terminé de escribir la novela que tenía entre manos, que si no contesté aquel e-mail tan importante, que si no devolví los libros a la biblioteca, que si no le pagué el alquiler al casero, que si dejé caducarse la leche en la nevera, que…
Tardas en acostumbrarte a ser un cadáver. Pero al tercer día dejas de preocuparte y respiras hondo y te tumbas en cualquier sitio y te pones a escribir tus memorias y así pasas el resto del tiempo muerto.

4. Saber que uno no sabe quien es ya me parece saber demasiado. Esto en la muerte queda bien claro, las dudas son tantas que no hace falta respuesta alguna.

5. Lo peor de la muerte es tener que resucitar. Cuando renaces sientes unos retortijones insufribles que te hacen desear morir de nuevo cuanto antes. Resucitar es una auténtica lata. Debes explicar además a familiares y amigos -sin asustarles demasiado- que has regresado de la muerte y que deben devolverte todas aquellas cosas que les dejaste en herencia.