viernes, 28 de junio de 2013

CORTAR

Pintura de Caravaggio: Judith y Holofernes, 1599

No me atrevo. Me asusta pensarlo. Pero me gustaría. Me gustaría no volver a cortarme el pelo nunca. Me gustaría dejármelo crecer hasta que me muera. Llevo fatal lo de acudir cada pocos meses a una peluquería. Es una tortura. Una tortura de las gordas. Nunca salgo contento. Siempre hay algún detalle que me desespera. Que si la patilla demasiado larga. Que si demasiado corta. Que si el flequillo un poco disparado. Que si en la coronilla el pelo se arremolina. Nunca he salido con una sonrisa de una peluquería. En mi cara siempre hay un gesto de insatisfacción. Los peluqueros lo saben. No son tontos. Saben que no me quedo contento. He probado muchas peluquerías. Tal vez cientos. Cambio de peluquería cada dos por tres. Lo de mi insatisfacción capilar viene de la infancia. Dicen que todo viene de la infancia. Pero yo no me lo acabo de creer. Cuando era niño me cortaban el pelo a lo cepillo. Nunca me gustó. Ser un cepillo. Yo quería tener el peinado de John Travolta en la película Grease. Yo quería tener a una chica como Olivia Newton John. Ya entonces apuntaba alto. Pero no crecí mucho y enseguida me vi superado por los peinados ajenos. Tuve el pelo muy corto. El pelo rapado al uno. También tuve el pelo muy largo. El pelo de un anacoreta en una isla desierta. Después senté la cabeza y con la cabeza senté el cabello. Ahora llevo un peinado sin adjetivos. Nada en él despierta la narración. Es un peinado triste. Un peinado a secas. Fruto de mi eterna tristeza capilar.


viernes, 7 de junio de 2013

LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ESTUPIDEZ HUMANA

Pintura de Jean Dubuffet


Por motivos de trabajo, el otro día me vi reunido durante un par de horas con seis personas a las que no conocía. Entre ellas había una que me pareció totalmente estúpida. Esta circunstancia hizo que recordase las Leyes fundamentales de la estupidez humana de Carlo Maria Cipolla. La primera vez que escuché hablar de Cipolla y de esas leyes suyas fue a través de amigo Manolo. De eso hace unos quince años y desde entonces me he cruzado con bastantes personas estúpidas. Es algo con lo que hay que aprender a vivir.
Resumiendo, estás son las leyes fundamentales de la estupidez humana de Cipolla:

1. Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo.

2. La probabilidad de que una persona determinada sea una estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona.

3. Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio.

4. Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas, Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como costosísimo error.

5. La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe. El estúpido es más peligroso que el malvado.


(Para quien esté interesado en algo más, podrá encontrar en el siguiente enlace el pdf de ese maravilloso librito:


Pintura de Jean Fautrier