viernes, 25 de febrero de 2011

CADA NOCHE, ANTES DE METERME EN LA CAMA, ESCRIBO UNA FRASE

Vampyr, 1932, Carl Theodor Dreyer


POR EJEMPLO:

No me importa lo que piensen de mí las mujeres que pesan cincuenta y ocho kilogramos y medio.

Los días de lluvia salgo a la calle con botines negros y un paraguas a juego.

El arroz a la marinera siempre me sale caldoso.

Cuando me siento en el metro no puedo evitar observar a las personas que me rodean imaginando sus vidas desde que nacieron.

Al caer la noche no se ve ninguna luz al final del túnel.

miércoles, 23 de febrero de 2011

UN TAL EUSEBI


"Cuando me muera seré un grano de arena, o seré un bar, lleno de gente."

Un tal Eusebi
Documental de Iban del Campo


viernes, 18 de febrero de 2011

ADORO VIAJAR EN EL TIEMPO

Pintura de Heiko Muller


Adoro viajar en el tiempo.
Visionar viejos videos.
Navegar por youtube.
Remar hacia una cascada de imágenes infinitas.
Hundirme allí donde otros flotaron.


Pintura de Heiko Muller





lunes, 7 de febrero de 2011

UNA TURBULENCIA EDITORIAL MÁS



Hace un año y medio terminé de escribir un libro, una novela breve. Se titula En la turbulencia. Se trata del accidentado viaje en avión que realiza un individuo barcelonés en dirección a Sao Paulo para asistir a la boda de su hermana. Cuando terminé de escribir el libro lo envíe a diferentes editoriales españolas. No obtuve respuesta alguna. Un buen amigo mío que vive en París, me aconsejó que lo enviase a una pequeña editorial francesa llamada Arachnide. Traduje mi novela al francés y allí la mandé. Les gustó y decidieron publicarla como Dans la turbulence. A partir del 10 de febrero podrá encontrarse en algunas librerías parisinas.
Me digo que París no está muy lejos. Me digo que París no se acaba nunca. Cualquiera puede viajar a París y comprar mi libro. Si no saben francés pueden apuntarse a un cursillo. Estudien. Progresen. Viajen a París. No lo duden. No está muy lejos. No se acaba nunca. Hablo de París. Hablo de mi libro. En la turbulencia. Dans la turbulence. Hablo de que no está muy lejos, de que no se acaba nunca, jamás. Bueno, mi libro sí. Mi libro se acaba. Se lee en una tarde. O en una mañana. O en una noche de insomnio y pesadillas. Mi libro puede acabarse. Mi libro no es París. Mi libro es tan sólo una turbulencia editorial más.

Mi libro empieza así:
Tras atravesar el arco de seguridad sintiendo mi caminar abigarrado, el guardia civil me observa de pies a cabeza. Parece querer desnudarme con su mirada, entorna sus ojos destilando sospechas. Poco después recupero mi cinturón y mi chaqueta y mi portátil y camino despacio hacia la librería del aeropuerto. Las portadas de todos y cada uno de los periódicos reproducen la misma noticia. Los ojeo por encima con indiferencia. Siempre doy vueltas por las librerías de los aeropuertos con la única intención de darme un baño de realidad. Salto a la piscina sabiendo que no hay agua. Y siempre salgo de allí con las manos vacías. He visitado decenas de librerías de aeropuerto y nunca he gastado ni un céntimo en ninguna de ellas. Son para mí lugares de recreo infructuoso, útiles tan sólo para hacer tiempo antes de acometer la huida.