martes, 4 de noviembre de 2014

GRAN SESIÓN PSICOGRÁFICA EN BARCELONA


Este próximo viernes, 7 de noviembre, sucederá algo nunca visto en Barcelona. Habrá una Sesión Psicográfica. Lo que significa que Pablo Gallo dibujará a ciegas acompañado por la música espectral de Iago Alvite. De esa manera invocarán a Aldous Huxley. Lo harán el mes en que se cumplen 51 años de la muerte del insigne escritor británico. No puedo perderme algo así. Nunca me lo perdonaría. Me conozco. Sé que arrepentiría siempre. Así que allí estaré. Con mis ojos bien abiertos. Viendo cómo Pablo Gallo dibuja con sus ojos bien cerrados. Viendo a Aldous Huxley aparecerse ante mí. Viendo lo que otro ve en la oscuridad. Viendo lo que la oscuridad tiene que decirme. Viendo algo que nunca he visto. Viendo las visiones que visualiza una mente en sombras.


Breve vídeo de una Sesión Psicográfica realizada en Bilbao


jueves, 30 de octubre de 2014

jueves, 9 de octubre de 2014

miércoles, 10 de septiembre de 2014

LA SANGRE PRÓXIMA AL RÍO

Avaricia, 1924

De pronto se cruza uno con dos hombres que discuten en plena calle. Dos personas que se increpan, maldicen, se insultan incluso. Y uno no puede evitar ponerse en guardia, agudizar el oído, intentar comprender algo de toda esa bulla mientras espera a que el semáforo se ponga en verde. No puede uno evitar escuchar algo sobre la comunidad de vecinos en la que viven. No puede uno evitar escuchar algo sobre el incívico comportamiento que uno le achaca al otro. 
Cuando el semáforo cambia de color, echo a andar y miro atrás y veo ya unos feos aspavientos, la cólera en los cuatro ojos, la sangre próxima al río.

lunes, 8 de septiembre de 2014

INCENDIO DE BOLSILLO

Yves Klein quemando un lienzo, 1961.

En los últimos días pienso mucho en mi bolsillo. No pienso en mi bolsillo de la manera en que suele pensarse en el bolsillo. No pienso en mi bolsillo en términos monetarios. Pienso en el incendio que podría desencadenarse allí, en mi bolsillo. Imagino una cadena de pequeñas llamaradas que me harían saltar sin ton ni son. Y todo porque hace unos días, de casualidad, leí algo realmente inquietante en el manual de instrucciones de mi teléfono móvil:
“No guarde el dispositivo con objetos metálicos, tales como monedas, llaves y collares. Si los terminales de la batería entran en contacto con objetos metálicos, puede producirse un incendio.”

Nada más leerlo pensé en los años que llevo guardando el teléfono móvil en el bolsillo de mi pantalón, con una despreocupación absoluta, junto a monedas y llaves, objetos metálicos que podrían hacerme sufrir una combustión espontánea. Y, claro, a estas alturas no voy a dejar de guardarlo ahí, en mi bolsillo, tan sólo porque en un librito me digan que podría producirse un incendio. No, sigo con el teléfono ahí metido, en mi bolsillo, junto a monedas y llaves, jugándome la vida cada día, como todas y cada una de las personas que respiran ese oxígeno, invisible, que entra y sale de nuestros pulmones a su antojo un día sí y otro también.


viernes, 5 de septiembre de 2014

PUSILÁNIME

Judex, 1963

Hay palabras mágicas, palabras que funcionan como un imán, palabras que me atraen y que podría imprimir y enmarcar y colgarlas después en las paredes de mi dormitorio. Pusilánime es una de ellas. Pusilánime sería un buen título para una novela, o para un poemario, o para una película, o simplemente como nombre para un bar. Me voy al Pusilánime a tomar unas cervezas, he quedado en el Pusilánime a las ocho, en el Pusilánime ponen las mejores tapas de tortilla de toda Barcelona. Con ese nombre funcionaría seguro. Según la RAE el significado de Pusilánime es el siguiente:
 pusilánime.
(Del lat. pusillanĭmis).
1. adj. Falto de ánimo y valor para tolerar las desgracias o para intentar cosas grandes.U. t. c. s.


jueves, 4 de septiembre de 2014

LA MUERTE DE LOS BLOGS

El crepúsculo de los dioses, 1950.


De pronto me siento con fuerzas, más fuerzas que nunca para continuar con este blog. Cuando escucho decir una y otra vez que los blogs han muerto veo como algo urgente resucitar este blog. Es cuando hay que estar ahí, dándolo todo, cuando las piernas flaquean y el aliento desfallece jadeante. Tengo que hacerlo, tengo que revivirlo, aunque termine por convertirse en un muerto viviente, en un blog zombie, me digo que tengo que hacerlo, darle un empujón, aunque sea un empujón hacia un abismo. 
Allá voy. 
Y A ver lo que dura.


miércoles, 3 de septiembre de 2014

LOS LÍMITES DE LA REALIDAD

Carole Lombard, Supernatural, 1933


Lo confieso, en ocasiones hablo solo. Supongo que todos hablamos solos, aunque sea mentalmente. A veces se trata de una misma y obsesiva conversación, sobre algún conflicto en el trabajo, o con la pareja o sobre fútbol o sobre política internacional o sobre lo que uno debería hacer al día siguiente. Pero me pregunto dónde se encuentra el límite para que esos soliloquios no sean consideramos simple y vulgar locura. 
Aunque algo sí que tengo claro: mientras tema volverme loco no estaré loco.


martes, 2 de septiembre de 2014

SIEMPRE ME ARREPIENTO DE LAS LARGAS SIESTAS


Pongo la alarma del teléfono móvil calculando que tardaré en dormirme entre 5 o 10 minutos y teniendo en cuenta que después dormiré una siesta de una media hora. Dormir más de media hora de siesta me sienta fatal. En total son unos 45 minutos de mi tiempo los que dedico al reposo tras la comida. Si me paso de ese tiempo, y sobre todo si duermo más de una hora, me despierto siempre aletargado, el cuerpo aterido, la boca seca, los ojos irritados, cierta jaqueca. A veces escucho la alarma y la desactivo todavía tumbado en el sofá y me digo que voy a levantarme pero no lo hago y cierro un momento los ojos y cuando los vuelvo a abrir me doy cuenta de que llevo una hora y media o dos horas profundamente dormido y el malestar físico es terrible. Y siempre me arrepiento. Y me excuso, diciéndome que mi cuerpo lo necesita, dormir ese tiempo extra. Pero sé que no es verdad. Me miento. Me miento y me arrepiento. Porque, además, sé que ese exceso de sueño será sin duda como lanzar una cerilla a un pajar, cuando, al caer la noche, se presente una vez más en la oscuridad el maldito Sr. Insomnio con su soniquete infernal.

viernes, 18 de julio de 2014

HORROR VACUI

Grabado de Jean Duvet, La caída de Babilonia, de la serie Apocalipsis

A veces, por la noche, cuando todos parecen dormir y en la calle reina un silencio sepulcral, abro un libro del grabador Jean Duvet y paso un buen rato observando sus obras. No sabría muy bien decir por qué, pero siempre lo hago por la noche. Creo que nunca he observado sus grabados durante el día, y menos aún con la luz del sol. Bueno, recuerdo haber comprado ese libro hace muchos años en la librería del museo del Louvre, y recuerdo haber observado esos grabados con la luz artificial de los focos y lámparas que iluminaban la librería del museo, pero a partir de aquel momento nunca he vuelto a observar los grabados de Jean Duvet en otro momento que no sea de madrugada, rodeado de ese silencio y ese sosiego que no logro encontrar en cualquier otro momento del día. Poco sé de Jean Duvet. Sé que nació en 1485. Sé que está considerado como el primer gran grabador francés. Sé que sus obras transmiten un intenso y oscuro sentimiento religioso. Sé que en sus grabados se refleja su horror vacui, su incapacidad para dejar espacio sin llenar, un mínimo espacio en blanco para coger aire. Siempre son escenas llenas de gente. Escenas repletas de mil y un detalles que atrapan fácilmente la mirada del espectador. Escenas que equilibran mis noches, las noches en las que no puedo dormir y el silencio y el sosiego me rodean, me acorralan, me asaltan. 

domingo, 6 de julio de 2014

ENCUENTRO CONMIGO MISMO


El otro día vi a Álex Nortub por la calle. Le vi de lejos. Caminaba solo. Decidí seguirle. Hubo un momento en que se paró a ver un escaparte. También yo me paré y le observé durante un buen rato a cierta distancia. Desde donde me encontraba no podía ver a que tienda pertenecía el escaparate ante el que, ensimismado, permanecía Álex Nortub. Por su expresión de ceño fruncido y mirada entornada, pensé que sería una librería. Después echó a andar, y al poco tiempo me encontré a la altura del escaparate y pude comprobar que la tienda en cuestión era una charcutería. Carnes y fiambres era lo que había estado mirando Álex Nortub durante diez minutos. Seguí de nuevo sus pasos, que me llevaron hasta el portal de un edificio en ruinas. Allí entró Álex Nortub y le perdí de vista. Tras esperar un rato, decidí acercarme y empujar la puerta. Se abrió y me encontré con un solar inmenso. Me asomé. No había ni el menor rastro de Álex Nortub. Regresé a casa  decidido a cenar una ensalada con mucho aguacate.



jueves, 12 de junio de 2014

LA MEMORIA PATAS ARRIBA

Pintura de Nacho Martín Silva


Creo que paso demasiado tiempo dentro de mi cabeza. Tal vez debería salir un poco más fuera de ella. Airear mis neuronas. Dejar que alguna corriente fresca sacuda mis pensamientos. Pero no es fácil. Me he acostumbrado a estar ahí adentro. Y no se está nada mal. Entretenido con mis cosas. Cambiando los pensamientos de sitio. Poniendo la memoria patas arriba. Y me divierte. Ahí adentro siempre lo paso en grande. Fuera a menudo me aburro. La Realidad es tan aburrida y predecible como uno de esos telefilmes de sobremesa con los que es inevitable quedarse dormido. La Realidad es una perra sonámbula. Va por el mundo dando tumbos y mordiendo los tobillos de la gente como yo, gente que pasa demasiado tiempo dentro de su cabeza, cambiando los pensamientos de sitio, poniendo la memoria patas arriba. Me quiere hacer salir a base de pequeñas dentelladas. La Realidad. Está ahí fuera esperando a que me asome para hincarme el diente. No es para mí una extraña. La Realidad. Pero cada vez paso más tiempo alejado de ella. Ya no recuerdo su triste cara con su triste sonrisa. Ni sus largas manos con sus largos dedos. Ni tan siquiera el característico perfume que desprende cuando se aproxima. Ese atolondrado aroma que te envuelve, te embriaga, te hace creer que el momento presente tiene un valor incomparable a cualquier otro momento perteneciente a un tiempo pasado o a un tiempo futuro. A mí ya no me engaña. La Realidad. Prefiero pasar demasiado tiempo dentro de mi cabeza. Prefiero cambiar los pensamientos de sitios. Prefiero poner la memoria patas arriba, y recordar, una vez más, sin miedo alguno a quedarme corto, como si de un mantra mental se tratase, todo aquello que nunca sucedió.



Pintura de Nacho Martín Silva


miércoles, 28 de mayo de 2014

EL PROCEDIMIENTO

Pintura de Hendrik Van der Borcht


Dos meses después de haber comprado un aparato tecnológico en una gran superficie, de un día para otro, el aparato dejó de funcionar. Como estaba en garantía, me acerqué hasta la gran superficie y allí me dijeron que el procedimiento era el siguiente: Ellos me daban un número de teléfono de un servicio técnico al que yo debería llamar, entonces el aparato sería recogido en mi domicilio y, 15 días después, me lo devolverían arreglado o me darían uno nuevo, todo sin el menor coste por mi parte. Con esta idea me fui a casa y al llegar llamé al número de teléfono del servicio técnico y les explique mi caso. Tras darles la referencia del producto, los del servicio técnico me dijeron que con ese aparato el procedimiento era el siguiente: Debía acudir a la gran superficie y allí debían devolverme el dinero o darme un aparato nuevo al momento, y si ponían alguna traba, debían llamarles para salir de dudas. Con esa idea llamé por teléfono a la gran superficie. Tras explicarles lo que me habían dicho en el servicio técnico, me dijeron que en ningún caso seguían ellos ese procedimiento, que el procedimiento era otro, que tendría que acercarme a la gran superficie y que ellos mismos me tramitarían el envío del aparato al servicio técnico. Insistí en el procedimiento que me habían explicado los del servicio técnico. La gran superficie insistió en que el procedimiento correcto era otro. Al día siguiente fui a la gran superficie y, educada pero tajantemente, les explique mi caso y el procedimiento explicado por el servicio técnico, les di su número de teléfono y les pedí que hiciesen el favor de llamarles. Para mi sorpresa, el chico del mostrador dijo enseguida que sí con cara de circunstancia y desapareció por una puerta cercana. Tras diez minutos de espera, reapareció y me dijo que sí, que lo habían comprobado y que debían devolverme el dinero o darme un aparato nuevo. La alegría que sentí en aquel momento, la alegría de meterles su puto procedimiento por el culo, fue una de las mayores alegrías que he sentido en los últimos diez años. Un instante después, una chica joven y decidida me acompañaba por los laberínticos pasillos de la gran superficie para realizar el ansiado cambio de mi aparato tecnológico.  


martes, 6 de mayo de 2014

FERMENTO

Pintura de Benjamin König



FERMENTO (Fragmento de novela creciente)

A media tarde nos alejamos del centro sin medir las consecuencias de nuestros pasos. Cuando llegamos a las inmediaciones de la localidad surgieron las primeras dudas. Nunca antes habíamos cruzado el límite. Llegamos a temer que la demarcación fuese el final. Pero aquello sucedió hace muchos años. Hemos pasado demasiado tiempo lejos de estar cerca de algo, cerca de estar lejos de nada, inmersos en el abismo de las naderías cotidianas, retorciendo las palabras, intentando convertirlas en algo parecido a frases, en un mínimo jugo que hidrate los párrafos. Es la sed de nuestros dedos la que nos obliga a seguir tecleando. Nuestras uñas, astilladas, son iluminadas una vez más por la pantalla en mitad de la noche. El sonido de la yema de nuestros dedos, dando esos golpecitos, se nos antoja un desequilibrado reloj cósmico, con su tic-tac-tic y su tac-tic-tac y hasta su tic-tac-tac-tic-tac-tic-tic-tic sin el menor sentido. Dentro de nuestra cabeza todo funciona de otra manera. Suenan chasquidos. Se quiebra. Se astilla. Como nuestras uñas. Elástica escritura rota, nos decimos exhaustos. No nombramos. No segamos. No recolectamos. Dejamos que sean otros quienes observen el brillante horizonte que deslumbra un poco más allá, en las inmediaciones del vertedero lingüístico. Sabemos que la peste literaria se extiende al ritmo de las grandes superficies. El dulce hedor de sus palabras impregna las mentes huecas. Por mucho que intentemos abstraernos, ahí está esa frontera maloliente, tumefacta, una frontera que se inflama días tras día invadida por el alegre virus de la desfachatez reinante. Con sus hienas, coyotes, lobos sarnosos, aves de rapiña de muy variada procedencia, ratas, ratones, musarañas, libélulas podridas, hormigas carnívoras, lombrices, gusanos, escarabajos peloteros, arañas pelotudas, diminutos abejorros mutantes, moscones, avispas, asnos, hipopótamos, tristes dinosaurios de biblioteca. Cruzamos la frontera-zoológico sin mirar atrás, con los ojos cerrados, tanteando el terreno con nuestro hipotálamo. Las heridas supuran una alegría contenida. Se ríen de lo que van dejando atrás. Perforaciones que llegan al hueso. Lo astillan hasta romperlo. Mientras, nos arrastramos hacia el no lugar.



Pintura de Benjamin König


martes, 18 de marzo de 2014

EL DÍA QUE ME OLVIDÉ LAS GAFAS DE SOL



El día que me olvidé las gafas de sol casi me vuelvo loco. Nunca antes me había pasado. Me las dejé en casa, por la mañana, sobre la mesilla de noche, junto a un libro de Pere Calders. El día que me olvidé las gafas de sol casi me quedo ciego. Cuando salí a la calle el cielo estaba cubierto y nada hacía presagiar que se abrirían grandes claros a mediodía. Pero así fue, el sol se hizo fuerte allá arriba, disipando las dudas que pudieran tener todas aquellas nubes grisáceas de formas entreveradas. Y la luz lo abarcó todo y esa luz cegadora se metió hasta en mis bolsillos. El día que me olvidé las gafas de sol maldije un millón de veces mi mala memoria. Busqué la sombra sin descanso, pegándome a las marquesinas, a los semáforos, a las fachadas de los edificios, candentes.  Busque la sombra sin descanso y cuando la encontré no hallé consuelo en ella, ni tampoco la sombra de mi consuelo. El día que olvidé las gafas de sol fue uno de los días más tristes de mi vida. Ya no sé ver sin ellas. Ya no sé vivir sin ellas. Son una parte de mi cuerpo. Olvidar las gafas de sol es como olvidar la cabeza, en cualquier sitio. Olvidar un pie. Olvidar una oreja. Olvidar un dedo meñique. Olvidar una rodilla. Olvidar un fémur. Olvidar la mandíbula. Olvidar el sistema digestivo. Olvidar un globo ocular. Es inaceptable. No debo olvidar las gafas de sol. No debo olvidar las gafas de sol. No debo olvidar las gafas de sol. Escribiré mil veces esa frase para que las gafas de sol estén siempre a mi lado, y no me abandonen nunca, y cuiden de mí ante los días luminosos que se asoman ya por el horizonte del futuro inmediato, con todos sus soles, ardiendo por fuera, y por dentro, quemando las retinas de los hombres que viven y mueren sin cristales ahumados que protejan sus córneas.


Hermes Trimegestus, alquimista


jueves, 6 de marzo de 2014

MUERE LEOPOLDO MARÍA PANERO (1948-2014)


Un poema de Leopoldo María Panero:

 DEDICATORIA

Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.




martes, 21 de enero de 2014

La caída

Bruegel el viejo, La caída de los ángeles rebeldes

Ayer me tropecé de la manera más tonta. Ahora tengo una pierna escayolada y una herida leve en mitad de la frente. Ahora permanezco mucho tiempo sentado o tumbado y las horas parecen siglos que se encadenan sin fin. Ahora no sé que hacer con mi vida y reconozco que soy el peor enfermo del mundo. De la manera más tonta. Así sucedió todo. De una manera tan tonta que me da una vergüenza tremenda entrar en más detalles. Con decir que todo sucedió de la manera más tonta creo que todo está dicho. No hace falta más. No es necesario. Me pica. La pierna. Ahí adentro. Me pica de la manera más tonta y de la manera más tonta siento la imposibilidad de rascarme y de hacer frente a ese picor inmundo. 

jueves, 9 de enero de 2014

DENTRO-FUERA





En una carta de Louis Ferdinand Celine a su amigo Albert Paraz:
"Cuando no se tiene fuerza, 
no queda más remedio que hacer el payaso. 
Mejor sentado que de pie."