“A menudo comienzo a escribir algo y, a los poco minutos -o quizá debiera decir a las pocas líneas- me asalta una terrible sensación de repetición, de estar repitiendo algo que escribí hace tiempo. Cuando esto sucede, nunca recuerdo en que momento escribí aquello que creo repetir o a qué texto pertenece. Pero eso es lo de menos. Lo terrible es la desasosegante y vívida sensación de que escribo algo que ya escribí, y la seguridad absoluta de que lo escribo exactamente igual, con cada palabra, cada coma y cada punto en el mismo lugar en el que fueron situados anteriormente. También ahora, mientras escribo que a menudo me asalta una terrible sensación de repetición, siento que no dejo de repetirme, que esto ya lo escribí yo en algún lugar y en algún momento, que no tiene el menor sentido seguir escribiéndolo. Esa sensación de repetición va siempre acompañada de sudores fríos y un constante tembleque de rodillas. Cuando esto sucede, siempre opto por la misma solución: me encamino al puerto, de noche, y me embarco. No voy muy lejos. Suelo desembarcar en Mallorca, y, allí, repito una y otra vez el mismo itinerario durante tres o cuatro días. Me hospedo en el mismo hotel, como y ceno en el mismo restaurante, me tomo alguna que otra copa en la misma terraza. Me repito. Esa es la cura. Mano de santo. Unos días repitiendo mis actos y la terrible sensación de repetirme escribiendo desaparece. El problema reside en que esa terrible sensación de repetirme escribiendo antes me asaltaba una vez al año y, poco a poco, se ha ido acortando. Ahora me sucede una vez a la semana. Estoy harto de embarcarme, de visitar Mallorca, de ese hotel, ese restaurante y esa terraza, del sol y de los alemanes.”
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Fragmento de mi novela inédita “Repetición Crónica”