Obsérvalo. Observa al hombre que
aparece en la fotografía. Míralo bien. Fíjate en su rostro. En su cabello bien
peinado. En el preciso nudo de su corbata. En esa mirada de no haber roto un plato. En la indescifrable seriedad que concentra el gesto de sus labios. Míralo
bien. Tómate tu tiempo. No dejes que nada se te escape. Ahí donde lo ves, es uno de esos artistas que nunca han dejado de interesarme. Su nombre era Charles Sheeler y se hizo famoso retratando
arquitecturas y paisajes industriales. Como muchos otros de sus contemporáneos, en su juventud visitó París atraído por el cubismo. Tiempo después alguien llamó "realismo cubista" a lo que Sheeler hacía. Pero retrató además, de forma casi secreta, una y otra vez, el interior de su querida casa. Le daba igual hacerlo con pinceles y lienzos
que con cámara fotográfica. Vivió gran parte de su vida allí, en aquella casa de Doylestown, a 39 kilómetros de Philadelphia. Observo ahora algunas de esas obras y pienso que quizá Sheeler pretendía realizar un inventario de su vivienda, retratar
cada rincón de cada habitación. Pueden verse indistintamente escenas de dormitorio,
cocina, puertas, ventanas, escaleras… Charles Sheeler llamaba cariñosamente a su casa “Mi
claustro”. Observando esas imágenes de su hogar, puede uno saber algo más del pintor de las arquitecturas y los paisajes industriales. Ya lo dijo Goethe, “Para
conocer a la gente hay que ir a su casa”.
ALGUNAS DE SUS ESCENAS INDUSTRIALES:
ALGUNAS DE SUS ESCENAS DE ANDAR POR CASA:
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