El sueño del caballero
(Pintura de Antonio de Pereda, mitad del siglo XVII, óleo sobre lienzo, 152 x 217 cm, Madrid, Academia de San Fernando)
Debería dormir más. Me digo. Pero
no puedo. Las pesadillas asaltan mis sueños todas y cada una de las noches del
año. Debería dormir más y escribir menos. Tachar las palabras que sobran. Borrar
muchas de esas frases que se agolpan en la pantalla sin ton ni son. Suprimir páginas
enteras sin preocuparme de que hubiese en ellas ciertos fragmentos de algún
resplandor espectral y lejano que algún día pudiese llegar a hacerme feliz. Debería
dormir más y navegar menos. Anclar los dedos. Mis dedos. A un objeto que no sea
electrónico. Debería hacerlo. Cuanto antes. Mucho antes de que irrumpan en este
lugar. Mucho antes de que me atrapen. Pero ya vienen. Ya están aquí. Puedo oler
sus pasos. Sus respiraciones agitadas. Sus latidos. Desbordados. Desatados. Produciendo
ese estruendo del que nacen las pesadillas y también todas esas opciones: Cambiar de usuario. Cerrar sesión. Bloquear. Reiniciar. Suspender. Hibernar.
Apagar.