martes, 10 de diciembre de 2013

DE LO QUE ARDE UNOS METROS MÁS ALLÁ DE LA CORDURA (Fragmento nº1)


El pintor húngaro Dezsö Czigány se autorretrató en numerosas ocasiones mostrando un semblante tan hierático como escrutador. Sus ojos, allí, en el lienzo, pueden llegar a resultar realmente turbadores si uno los mira fijamente durante un par de minutos. Sobre todo si se tiene en cuenta que el 31 de diciembre de 1937, antes de suicidarse, Dezsö Czigány mató a su familia sin pestañear. Observo algunos de sus autorretratos y, al final, me encuentro con que, tras tanto semblante grave, el que me resulta más inquietante es uno en el que, con tonalidades suaves, aterciopeladas, el pintor húngaro se retrató sonriendo y sujetando una guitarra. En ese autorretrato también su mirada y su sonrisa se nos muestran aterciopeladas, dóciles, sin atisbo de horror alguno. La alegría del artista-asesino enciende un escalofrío en mi espalda cuando le imagino entonando una ingenua y centelleante canción sobre el fin del mundo.








Dezsö Czigány en su taller, en 1912, tapándose el rostro que tantas veces retrató.



1 comentario:

Arrecogiendobellotas dijo...

Cuando se conmemora el aniversario del asesinato de algún personaje famoso me repugna cómo los periodistas no pierden oportunidad de nombrar al asesino,dándole un protagonismo que sólo ha adquirido por disparar contra alguien indefenso, toda una hazaña.
Deberísn ser ignorados porque, si lo piensan objetivamente, la historia o la noticia no pierde interés.
Lo mismo podría aplicarse a esos suicidas asesinos. Este pintor, caiga en el olvido