Acostumbro a pasear por los pasillos de mi hotel en plena madrugada. Lo hago vestido con mi viejo batín de seda carmesí. Paseo intentando escuchar a mis huespedes; pego la oreja a cada puerta y espero largo rato hasta que creo escuchar algo. A veces me entero de conversaciones privadas, diálogos que, sobre la marcha, apunto en mi libreta de notas. También paseo con una cámara de fotos. Aprieto el disparador cada cuarto de hora. A veces aparecen extrañas imágenes y pienso que hay fotografías que es mejor no hacer, no hacerlas jamás, fotografías que no deberían existir, imágenes que tan sólo deberían ser guardadas en lo más profundo de nuestras retinas, allí donde brotan las pesadillas.
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2 comentarios:
Contundente la imagen que publicas, tanto como el inquietante texto.
¡Leche! Ya veo la foto en lo del Iker Jiménez ese... En fin, el día que el narrador se hospede en el Hotel Overlook se va a quedar sin carrete. Perdón, sin batería.
Saludos.
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