viernes, 8 de octubre de 2010

AQUÍ / NO EN OTRO LUGAR




Ayer cometí una estupidez enorme, descomunal, una estupidez del tamaño de una catedral, creo que hacía mucho tiempo que no cometía una estupidez de tal envergadura. Resulta que, con eso de que el 10 de octubre hace dos años que abrí las puertas de este hotel, me dio por ojear entradas antiguas, textos que escribí de un día para otro tan solo para publicarlos aquí, textos que nunca corregí, textos que no había vuelto a leer. Y me parecieron vergonzosos. Y me dio por pensar en quien los podría haber leído, o en esas personas que me han enlazado sin conocerme, y la vergüenza fue en aumento. Pensé también que esos textos podrían dividirse en dos grupos 1) Vaguedades 2) Obviedades. Escribir deseando en realidad haber sido pintor es vergonzoso. ¿Por qué lo hago entonces? ¿Cuál es el motivo que me empuja a escribir aquí con frecuencia? A veces me digo que si todo el tiempo que he empleado en escribir estos textos fallidos lo hubiese empleado en otra cosa, todo sería distinto ¿Pero qué significa distinto? Distinto no significa mejor. Distinto sólo significa distinto. Distinto no significa nada. Creo que la búsqueda de ciertos significados es lo que me ha llevado a escribir aquí. Nada que ver con la búsqueda de uno mismo. No necesito buscarme, sé que no me voy a encontrar. Creo que al final escribo aquí para saber por qué escribo aquí. Se ha convertido en un bucle infinito, en la única razón. Bueno, la única no, digamos que también escribo aquí para que alguien me lea. Pero si pienso en ello, la vergüenza aumenta a pasos agigantados y tengo que olvidarlo porque de otra manera no escribiría aquí. Si me da por pensar en que alguien puede leer esto que escribo, me tiemblan los dedos y teclear se convierte en un suplicio. Como ahora. Ahora que pienso en que tú estás leyendo estas líneas, tú, frente a la pantalla, sí, hablo de ti, me pone nervioso que estés leyendo esto que escribo, me dan ganas de dejar de teclear pero al mismo tiempo no puedo dejar de hacerlo, es algo horrible que a la vez se convierte en algo placentero; pero preferiría olvidarte, preferiría hacerlo, creo que así todo sería mucho más fácil, sin pensar en ti, sin pensar en el otro lado, tan sólo teclear y teclear y volver a teclear hasta olvidar que lo que estoy haciendo es escribir.
Y llegué a una conclusión, un tanto bobalicona si quieren: Debo escribir como quien se ata los zapatos. Eso me dije. Si escribo pensando en que lo que estoy haciendo es escribir, la cosa no puede funcionar. Eso es todo.
Aunque decir que eso es todo es decir demasiado. Lo reconozco, soy de esas personas que cambian de opinión con una facilidad pasmosa; y escribo con una facilidad pasmosa barajando la posibilidad de escribir con una facilidad penosa. Soy de esas personas sin la menor personalidad, sí. O quizás debiera decir, mejor, que soy de esas personas con demasiadas personalidades. Tantas personalidades tengo que todas terminan por diluirse hasta quedarme sin la menor personalidad. Esto no es tan triste como pudiese parecer. Fernando Pessoa lo sabía bien. Carecer de la menor personalidad debido al exceso de personalidades es de lo más llevadero. Siempre aflora alguna de mis personalidades para hacerse compatible con las impresiones de mi interlocutor. No es tan triste, no, tan solo un poco melancólico cuando pienso en las personalidades que he ido perdiendo por el camino como quien pierde países, libros o teorías. Perder una personalidad es inquietante. Una vez perdida, uno la busca durante algún tiempo sabiendo que nunca la volverá a encontrar. Se mira bajo la cama, en la parte superior del armario, en los bolsillos de la americana. ¿Dónde la habré puesto? Se pregunta uno con cara de idiota. Pero, una vez perdida, una personalidad no vuelve a aparecer. Se la lleva el viento. Las personalidades vuelan como las hojas de lo árboles en los parques desiertos los días más duros del otoño. Y es todo tan extraño que sólo se me ocurre seguir escribiendo. Aquí. No en otro lugar.



Fernando Pessoa
(pintura de Damián Flores)



9 comentarios:

39escalones dijo...

Creo que hablo en nombre de todos cuando digo que hablas en nombre de todos. Creo que quienes mantenemos una bitácora con cierta veteranía nos sentimos en algún momento reflejados por tu texto.
Saludos.

Álex Nortub dijo...

Me alivia un poquito lo que comentas, 39.
Gracias.
Un abrazo.

bambu222 dijo...

Pues no está tan mal eso de tener varias personalidades,tu vida será más rica aunque seguramente más complicada,mientras tanto disfrutaremos con este abanico de vivencias o ficciones.Abrazo.

carmen dijo...

Buen pensamiento ese de seguir escribiendo aquí.
Seguiré disfrutando leyendo lo que escribes.
Ah,a mi no me da nada de vergüenza leer lo que escribes podría darme si me diera por pensar que soy una voyeur de post ajenos.Pero no,no siento vergüenza,todo lo contrario.
Saludicos.

Madison dijo...

A mi me gusta leerte

puri.menaya dijo...

Sigue escribiendo sin pensar en los que te leemos. Escribir por escribir, con esa aparente facilidad pasmosa que despiden tus escritos. Porque eso es lo que nos hace estar tan a gusto en las habitaciones de tu hotel

alexnortub dijo...

A lot of thanks!!!
Abrazos para tod@S!

nombre cambiable dijo...

A mi creo que me alivia eso que dices, yo que pongo cosas mínimas con cierto pudor.

Mira que hoy he encontrado tu blog y me ha gustado.

ÁLEX NORTUB dijo...

Me alegro de que te alivie, Sr. Cambiable. Y me alegro de que te haya gustado el blog. Gracias por la visita. Un abrazo.