domingo, 31 de enero de 2010

SUS MANOS NO SON DE ESTE MUNDO

Fotografía de la mano del pintor Francis Bacon,
realizada por Francis Giacobetti
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Mano de Johnny Cash.

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Sus manos no son de este mundo. Reconozco que a simple vista parecen unas manos corrientes, pero si uno se atreve a mirarlas fijamente durante 15 o 20 segundos, se da cuenta de que no, de que sus manos no son de este mundo. Se abren y se cierran y al hacerlo suenan como bisagras de una vieja puerta, con todas esas rendijas y venas surcando su piel. Hace ya una semana que se me ocurrió posar mi mirada en ellas. Desde entonces tengo pesadillas cada noche. Pesadillas en las que esas manos, que no son de este mundo, se aproximan a mi cuello muy lentamente, con un ligero temblor, y, siempre, cuando comienzan a apretar con saña mi pescuezo, me despierto alterado, sin poder conciliar de nuevo el sueño. He dejado incluso de comprar el periódico en su kiosco, y eso que es con gran diferencia el más cercano al lugar en el que vivo. Pero no quiero ver sus manos otra vez. Sé que soy débil, sé que si volviese por allí dejaría caer de nuevo mis ojos en esas extremidades suyas que no son de este mundo. No sé que ocurriría entonces. No quiero saberlo. Tan sólo deseo huir de sus manos, de su kiosco, de todo aquello que me recuerde a esos dedos terribles pegados a esas palmas que no son de este mundo. Pero ayer me crucé con él. Me saludo y me dijo que le extrañaba no haberme visto ir a por el periódico en los últimos días. He estado de viaje, dije sin convicción alguna. Y me alejé dando gracias al cielo al ver que sus manos permanecían ocultas bajo unos guantes de lana roja. Por lo demás, adoro el barrio en el que vivo.



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Robert Mitchum en La noche del cazador.

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Manos,

dibujo de Alberto Durero.

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Manos dibujando,

de M.C. Escher.

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Las manos de Jorege Luís Borges.

jueves, 28 de enero de 2010

ADIOS, DENNIS STOCK

Dennis Stock
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Dennis Stock fallecio el lunes 11 de enero en Florida. Tenía 81 años. De esos 81, trabajó más de 50 para Magnum, la archifamosa agencia de fotógrafos fundada por, entre otros, Henri Cartier-Bresson y Robert Capa en 1947.
Aquí algunas de sus maravillosas fotografías:
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Café de Flore, París
(1958)
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Café de Flore, París
(1970)
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Durante el rodaje de El Planeta de los Simios
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Audrey Hepburn

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John Updike
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James Dean with pig



miércoles, 20 de enero de 2010

¿A QUIÉN PERTENECE ESTA MANO?

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¿A quién pertenece esta mano?
¿Qué libro sostiene?
¿Lo dejará caer al suelo cuando haya terminado de leerlo?
¿Se lo tragará la tierra?
¿Brotarán árboles con libros como fruto?
¿Tal vez un enorme bosque repleto de libros colgando de sus ramas?
¿Quizá una biblioteca salvaje?
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jueves, 14 de enero de 2010

LAS ÚLTIMAS CENAS SERÁN LAS PRIMERAS

Escena de la película Viridiana, de Luis Buñuel
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El otro día, tras ver un mismo video de los Monty Python en el blog de Marta Navarro y en el blog de Luis Pousa, recordé un sketch de estos humoristas ingleses. Es un sketch que siempre me ha hecho gracia, en el que aparece el artista Miguel Ángel discutiendo con el Papa debido a una pintura de encargo. Aquí lo dejo, buen provecho!

miércoles, 13 de enero de 2010

RECUERDO DE UNA MAÑANA DE NIEVE PERFECTA

" Shout"
pintura de Richard Bosman
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Aunque nacido en Madrás (India) en 1944, el pintor Richard Bosman vive desde hace mucho tiempo en un pueblo llamado Esopus (Nueva York). Allí, en el mismísimo Esopus, fue donde le visité hace cosa de dos años con intención de entrevistarle.

Me encontré con un hombre de mirada afable y voz suave como el terciopelo. Le visité en su casa, donde también tiene su estudio. Aquella mañana nevaba de manera copiosa. Al entrar en su estudio hallé también la nieve allí, en sus pinturas. Tomamos café y unas deliciosas galletitas de frambuesa. Charlamos intermitentemente durante un par de horas. Hubo unos cuantos silencios dilatados, ninguno incómodo; mientras yo observaba sus pinturas minuciosamente, él observaba caer la nieve a través de la ventana. Fue una velada generosa y acogedora por su parte. Yo intenté estar a la altura. Al despedirme me regaló un ejemplar de la revista de arte Red China Magazine, ejemplar que conservo como oro en paño. En la portada se reproduce una pintura suya, en el interior la obra de otros pintores de los que hasta entonces nada sabía. Al despedirnos me acompañó al exterior mientras se ponía un sombrero y una bufanda. Una vez fuera, sonreímos. Le pregunté si podía hacerle una fotografía. Dijo que sí enseguida. Después apretamos nuestras manos con fuerza y nos dijimos adiós. Comencé a caminar alejándome de la casa mientras la nieve rechinaba levemente bajo mis pies a cada paso. Cuando me había alejado unos cincuenta metros, miré hacia atrás, hacia la casa que acababa de abandonar. El pintor seguía allí, de pie, en el porche. Agitó su mano un par de veces. Yo hice lo mismo. Hasta que no subí a mi coche y me puse el cinturón de seguridad, el Sr. Bosman no entró de nuevo en su hogar. Por un momento imaginé que aquel hombre era mi abuelo, despidiéndose tras haber pasado juntos el día de acción de gracias. Después pensé en lo asombrosamente rápido que uno puede sentir gran afecto por alguien de quien apenas nada sabe.

Debido al frío, el coche de alquiler tardó un cuarto de hora en arrancar. Entonces en la radio sonó Cold Cold Ground, de Tom Waits. Una de mis canciones favoritas.

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"Ice Storm" (2006)
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Richard Bosman en persona
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"Detectives on pond edge"
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"Rescue"
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"Red China Magazine"
con una pintura de Richard Bosman en la portada
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lunes, 11 de enero de 2010

ADIÓS A ERIC ROHMER


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EL MUNDO

Ruben Amón París

Actualizado lunes 11/01/2010 19:16 h

La nouvelle vage ha perdido la referencia absoluta de Eric Rohmer. Tenía 89 años y bastantes achaques, pero conservaba la lucidez y la inquietud en su apartamento parisino. Allí pudimos entrevistarlo hace unos meses porque se conmemoraba el 50 aniversario de 'La nouvelle vague'. También supimos entonces que no tenía pensado hacer más películas.

"Mi impresión es que no voy a hacer más películas. Me condicionan mucho mis limitaciones físicas. Yo soy un director que necesita emplearse, sudar en los rodajes. Y si no puedo hacerlo, prefiero quedarme en casa. Aunque me impresiona el ejemplo de Manoel de Oliveira".

Quiere decirse que la última película de Rohmer puede considerarse 'El Romance de Asrtrée y Celadón'. Fue estrenada en 2007, recubierta de premios y convertida en la quintaesencia de su cine. Las razones las explicaba él mismo a EL MUNDO en otra entrevista.

"Mi filosofía no ha cambiado ni creo que vaya a hacerlo. Siempre he pensado que una película merece la pena cuando se puede llegar a la esencialidad. También creo necesario dejar un espacio al azar. Y es entonces cuando se producen esos azares tan valiosos. Paradójicamente, en mis películas todo es fortuito... menos el azar. De ahí se deriva o se desprende que todos los riesgos de mi carrera, que han sido muchos, hayan estado siempre calculados. ¿Una nueva película? Bergman anunció muchas veces su última película, su retirada, su despedida. Pero cuántas últimas películas hizo, ¿no?", se preguntaba el cineasta francés.

Eric Rohmer había nacido en Correze en 1920 y se había dedicado al oficio de germanista antes de desempeñar el papel de crítico de cine y de director. Fue seis años redactor de los 'Cahiers du cinéma' y formó parte de los grandes reivindicadores de Hitchcock.

Su primera película, 'Le Signe du Lion', llegó a los cines en 1959 como referencia de la 'Nouvelle vague', aunque le dieron más fama la pentalogía de los 'Cuentos morales' (1962-1972), 'Le rayon vert', premiado en Venecia con el León de Oro (1986) y la tetralogía de los cuentos de 'Primavera' (1990), 'Verano' (1992), 'Otoño' (1994) e 'Invierno' (1998).

Más tarde se produjo en Venecia el estreno de 'La inglesa y el duque' (2003), aunque la unanimidad del público y de la crítica sobrevinieron con 'El romance de Astrée y Celadón'. Probablemente porque Rohme se ha convertía indistintamente en pintor, fabulista, director teatral y cineasta.



viernes, 8 de enero de 2010

ELVIS EN "AIRE NUESTRO"

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“Sí, había algo parecido a un hombre a los pies de mi cama, con un traje blanco lleno de adornos, de tachuelas, o así. Llevaba un águila dibujada en el traje. No sabía si estaba soñando o es que me acosté completamente borracho porque estuve de copas con los colegas del Egeo Sum*. Serían las cinco de la madrugada. Ese hombre había encendido las luces de la habitación. Cuando lo vi, quise chillar de terror, pero no pude, me fallaron las cuerdas vocales. Fue ese hombre quien hizo que mis cuerdas vocales enmudecieran. Luego, al mirarme a los ojos, ese hombre consiguió que me serenase. Sí, ese hombre tenía poderes telepáticos, o lo que fuese. El caso es que ya no quise chillar, y ya no estaba aterrorizado. Entonces me di cuenta de que ese hombre o era Elvis Presley o iba disfrazado de Elvis Presley o era una réplica mutante de Elvis Presley o un muñeco de cera de Elvis Presley. Lo más sencillo es que fuese Elvis Presley, es decir, la primera opción. Por fin, ese hombre me hablo y me dijo que sí, que era Elvis. Me dio la mano. Llevaba sortijas muy grandes y horteras en los dedos. Mi miedo se convirtió en felicidad, exaltación. Pues yo soy fan de Elvis. Tío, era Elvis. Para mi Elvis es Dios en la Tierra.”

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Manuel Vilas, Aire Nuestro (Alfaguara, 2009)





martes, 5 de enero de 2010

DE GOLPE Y PORRAZO LA LUZ YA NO FUE LA MISMA

Pintura de Gonzalo Sicre
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La pintura es una de esas cosas que me obsesionan. Hay otras. No demasiadas. Digamos que las podría contar con los dedos de mis manos y de mis pies. Digamos que son menos de veinte y más de quince las cosas que me obsesionan. Digámoslo así. Digamos también que la pintura está en lo alto del ranking, compartiendo lugar con otras tres o cuatro cosas. A veces miró por la ventana y veo cuadros. Sí, en ocasiones veo cuadros. Enmarco mentalmente el espacio, lo delimito mientras observo, en trance, lo que hay ante mí. Hacer esto a veces me relaja, pero otras veces, si no logro encuadrar la escena tal y como me gustaría, me pone nervioso. La otra tarde, mientras caminaba por el paseo marítimo de Mataró, me apoyé en la barandilla y me dispuse a observar el mar. El cielo no estaba despejado, tampoco cubierto del todo, tenía un extraño color violáceo que hacía pensar en un ojo amoratado. Cuando me disponía a encuadrar un fragmento de cielo que había llamado mi atención, empezó a llover. La lluvia suele gustarme, me hace sonreír. Pero en aquel momento he de reconocer que no me gustó nada. Maldije aquella lluvia y fruncí el ceño. Luego me arrepentí. A falta de un paraguas eché a correr hacía un café del paseo marítimo. Una vez en el interior, tras pedir un cola-cao en la barra, me senté en una mesa desde la que podía contemplarse la playa. En la mesa alguien había grabado un nombre: Amanda. Leer aquel nombre no me hizo pensar en ninguna persona. Leer aquel nombre me hizo pensar en que no conozco a nadie que se llame Amanda. Es uno de esos nombres que, según el día, puede parecerme más o menos atractivo. Cuando lo leí en aquella mesa del café, me gustó. En cambio, ahora que acabo de escribirlo unas líneas más allá, me ha parecido un nombre ridículo, un tanto pomposo. En la mesa del café, bajo el nombre de Amanda, había grabada también una fecha: 3-1-2008. Me di cuenta al instante de que hacía justamente un año que la tal Amanda había grabado allí su nombre. Entonces encuadré aquella escena: el nombre, la fecha, el tazón de cola-cao, el cenicero de Marlboro, mi mano. Encuadré aquel fragmento de mesa en el que se veían esas cosas con una luz tan irreal como inesperada. Y maldije -esta vez con razón, toda la razón del mundo- la ausencia de una cámara fotográfica, una cámara cualquiera, una de esas cámaras de usar y tirar, la que fuese.

Poco después dejó de llover. De golpe y porrazo la luz ya no fue la misma.

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Pintura de Gonzalo Sicre
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Pintura de Gonzalo Sicre



lunes, 4 de enero de 2010

Y EN LOS PULMONES DE TODOS AQUELLOS ANIMALES QUE ATRAVIESAN YA EL AÑO 2010

"A & W"
pintura de Lane Bennion
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Me gusta el 2010. Estos días, por la mañana, al levantarme, he repetido su nombre varias veces en voz alta: dos mil diez, dos mil diez, dos mil diez… y he llegado a la conclusión de que me gusta el año 2010. Acaba de empezar y ya me atrevo a decir que me gusta. Sí, así de atrevido soy yo. Y es que va a ser un año redondo el 2010. Lo veo venir. Va a ser uno de esos años que hacen época. Algunos dirán que todos los años, más o menos, hacen época, que se amontonan formando parte de una u otra época. Sí, bien, vale, eso es cierto, pero el año 2010 no va a ser un año cualquiera, no va a ser un año más en nuestra época, el año 2010 va a hacer época como pocos años han sido capaces de hacerla. Huele bien el año 2010. Fresco. Como a salitre de ola rota contra el caso de algún barco. Así huele el 2010. A brío de espuma blanca. A chof de ultramar. A goleta del siglo 21. Ja! Así. Sólo hay que respirar profundamente para darse cuenta de que el 2010 ha entrado ya en tus pulmones. Y en lo míos. Y en los pulmones de todos aquellos animales que atraviesan ya el año 2010. Inspirar y expirar. Inspirar y expirar 2010. Sin miedo. Dejándose llevar por su brisa de año nuevo, por su zarandeo. Entregándose a él. Sin intentar domesticarlo. El año 2010 no podrá ser domesticado. No hay quien lo domine, es un año sin riendas. Tan sólo puede uno agarrarse a su crin y disfrutar. Sí, han leído bien, he dicho disfrutar. Mientras se pueda.

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"Waiting by An"
pintura de Lane Bennion