Pintura de Adam Albretch
Tener que levantarme a mear en mitad de la noche es una de las cosas que más detesto en esta vida. Me pasa sobretodo cuando bebo demasiadas cervezas; y durante este verano, con ese calor asfixiante que se adhería a la piel como si fuese una detestable sanguijuela, eso ha ocurrido con demasiada frecuencia. No sé cuantas cervezas puedo haber ingerido en los últimos dos meses, pero estoy seguro de que si pudiese conocer la cifra exacta me asustaría. Tras las cervezas, bien entrada la noche, me despertaban unas terribles ganas de orinar, acompañadas siempre por una descomunal desgana a tener que abandonar la cama. Pero finalmente me levantaba dando tumbos y, sin apenas abrir los ojos, meaba mientras soñaba con volver a situar mi cuerpo en posición horizontal. Aunque lo peor son esas noches en las que, tras levantarme a mear en mitad de la noche, regreso a la cama y no consigo volver a dormir. Entonces, en la más absoluta oscuridad, me digo que se acabó lo de beber cervezas sin ton ni son, que no volveré a hacerlo. Hasta que al día siguiente quedo con un amigo en un bar cualquiera y mi amigo me pregunta qué voy a tomar y no puedo evitar responder que lo que quiero es una cerveza bien fría. Cerveza a la que sigue otra cerveza, y otras muchas más, y así hasta que regreso a casa y llega ese momento de la madrugada en el que me digo que tener que levantarme a mear en mitad de la noche es una de las cosas que más detesto en esta vida.
Leopoldo María Panero fotografiado en pleno acto poético
2 comentarios:
Mientras, en pleno duermevela y medio a oscuras, no confundas el baño con cualquier otra habitación hasta que sea demasiado tarde... A mí no me ha pasado, claro.
A mí me han pasado cosas peores. Pero no todo puede ser contado en la blogosfera. Un abrazo.
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