Aunque nacido en Madrás (India) en 1944, el pintor Richard Bosman vive desde hace mucho tiempo en un pueblo llamado Esopus (Nueva York). Allí, en el mismísimo Esopus, fue donde le visité hace cosa de dos años con intención de entrevistarle.
Me encontré con un hombre de mirada afable y voz suave como el terciopelo. Le visité en su casa, donde también tiene su estudio. Aquella mañana nevaba de manera copiosa. Al entrar en su estudio hallé también la nieve allí, en sus pinturas. Tomamos café y unas deliciosas galletitas de frambuesa. Charlamos intermitentemente durante un par de horas. Hubo unos cuantos silencios dilatados, ninguno incómodo; mientras yo observaba sus pinturas minuciosamente, él observaba caer la nieve a través de la ventana. Fue una velada generosa y acogedora por su parte. Yo intenté estar a la altura. Al despedirme me regaló un ejemplar de la revista de arte Red China Magazine, ejemplar que conservo como oro en paño. En la portada se reproduce una pintura suya, en el interior la obra de otros pintores de los que hasta entonces nada sabía. Al despedirnos me acompañó al exterior mientras se ponía un sombrero y una bufanda. Una vez fuera, sonreímos. Le pregunté si podía hacerle una fotografía. Dijo que sí enseguida. Después apretamos nuestras manos con fuerza y nos dijimos adiós. Comencé a caminar alejándome de la casa mientras la nieve rechinaba levemente bajo mis pies a cada paso. Cuando me había alejado unos cincuenta metros, miré hacia atrás, hacia la casa que acababa de abandonar. El pintor seguía allí, de pie, en el porche. Agitó su mano un par de veces. Yo hice lo mismo. Hasta que no subí a mi coche y me puse el cinturón de seguridad, el Sr. Bosman no entró de nuevo en su hogar. Por un momento imaginé que aquel hombre era mi abuelo, despidiéndose tras haber pasado juntos el día de acción de gracias. Después pensé en lo asombrosamente rápido que uno puede sentir gran afecto por alguien de quien apenas nada sabe.
Debido al frío, el coche de alquiler tardó un cuarto de hora en arrancar. Entonces en la radio sonó Cold Cold Ground, de Tom Waits. Una de mis canciones favoritas.
5 comentarios:
Viendo esas imágenes no puedo evitar pensar en Fargo de los hermanos Coen o en Aflicción de Paul Schrader.
Saludos.
También yo pensé en Fargo.
Aflicción también me gusta, mucho.
Normalmente las películas en las que la nieve tiene un protagonismo especial me gustan.
Saludos.
Me recordó el año en que vi, una detrás de otra, dos películas que disfruté mucho y que asocio a la nieve y al invierno: The Ice Storm y The Sweet Hereafter.
También recuerdo con alegría las galletas de María, una amiga con la que solía reír sin saber por qué.
Buen 2010, Álex.
vk
Estimado fantasma de Viktor Kaplan,
que tenga usted un feliz año 2010 en su siempre inquietante Iceland.
Un abrazo.
Estimado Álex, la cosa es mútua, pero no de seguros. En este año de cambios drásticos siempre me quedará Iceland. Me alegra que te inquiete aquello. A mí también me inquieta, pues unas veces escapo hacia allí y otras veces quiero escapar de allí, unas veces quiero ser mi escopeta de feria y otras mi palillo de feria...
Ahora que lo dices, no está mal usurpar un fantasma, pienso. El fantasma de un cadáver...
Saludos con neblina a lo baskerville :)
vk
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