No es broma: tengo dos cubos y un florero sobre la estructura de cama (ya sin colchón) que voy a llenar de agua de las goteras, agua pagada a 700 euros al mes (que este mes no voy a pagar, y sólo si deja de llover podré intentar dormir en el sofá) Digo yo que con el agua del florero de mis goteras ya no compro bebida y en la próxima fiesta vengo en camión cuba. La vida es bella: justo el día que me llama la secretaria del administrador de fincas porque al propietario de mi piso le molesta la Vadora en el terrado, justo hoy, llenaré dos cubos y un florero con agua de la cubierta lamentablemente permeable al agua de su edificio en ruinas pero oficialmente habitable. Y como la dejadez reinante me hace estar más bien que nunca con mi inútil ética sencilla y honesta, dejo este texto aquí, pues me apetece decir que ahora mismo y dadas las circunstancias es algo difícil para mí entender esa frase de quien sostenía que la problemática humana se reduce al hecho de no saber estar en la propia habitación. Desde luego para aventuras no hace falta salir de la habitación. Uno escribe y trata de comunicarse para encontrar estabilidad seca y confortable en lo ajeno, no aventuras. Tengo una estación metereológica en la habitación. Le dejo que voy a poner una bolsita de Twinings of London (Earl Grey Tea, ¡las amarillas!) en el florero goteril.
Tras aquella fiesta, tras la estridente algarabía que todavía hoy hace eco en mi mente, he pensado seriamente en desacerme de todos y cada uno de los floreros que pueden verse por los rincones de mi hotel. Pero son 7123 los jarrones que atesoro en mi colección, y la pereza va ganando terreno a la desaparición de los jarroncitos. Embotelle usted el agua de sus goteras y vendala como elexir cuartivo o whisky de contrabando, no imagino mayor aventura pero sí que la imagino. Ayer.
(Ordino, Andorra, 1970)
Libros: El triste festín (2002) Tras el pinar un grito (2007) y Dans la turbulence (2011), antología "El libro del voyeur" (Ediciones del viento, 2010).
alexnortub@gmail.com
3 comentarios:
No es broma: tengo dos cubos y un florero sobre la estructura de cama (ya sin colchón) que voy a llenar de agua de las goteras, agua pagada a 700 euros al mes (que este mes no voy a pagar, y sólo si deja de llover podré intentar dormir en el sofá) Digo yo que con el agua del florero de mis goteras ya no compro bebida y en la próxima fiesta vengo en camión cuba. La vida es bella: justo el día que me llama la secretaria del administrador de fincas porque al propietario de mi piso le molesta la Vadora en el terrado, justo hoy, llenaré dos cubos y un florero con agua de la cubierta lamentablemente permeable al agua de su edificio en ruinas pero oficialmente habitable. Y como la dejadez reinante me hace estar más bien que nunca con mi inútil ética sencilla y honesta, dejo este texto aquí, pues me apetece decir que ahora mismo y dadas las circunstancias es algo difícil para mí entender esa frase de quien sostenía que la problemática humana se reduce al hecho de no saber estar en la propia habitación. Desde luego para aventuras no hace falta salir de la habitación. Uno escribe y trata de comunicarse para encontrar estabilidad seca y confortable en lo ajeno, no aventuras. Tengo una estación metereológica en la habitación. Le dejo que voy a poner una bolsita de Twinings of London (Earl Grey Tea, ¡las amarillas!) en el florero goteril.
Salut!
Tras aquella fiesta, tras la estridente algarabía que todavía hoy hace eco en mi mente, he pensado seriamente en desacerme de todos y cada uno de los floreros que pueden verse por los rincones de mi hotel. Pero son 7123 los jarrones que atesoro en mi colección, y la pereza va ganando terreno a la desaparición de los jarroncitos.
Embotelle usted el agua de sus goteras y vendala como elexir cuartivo o whisky de contrabando, no imagino mayor aventura pero sí que la imagino. Ayer.
Saluttt, ttt, ttt, t.
Contrabando amistad, efectivamente, y tal vez clientes de Pigeon Drop Licqueur,filtered and bottled by Itself Inc.
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