Elvis Presley detestaba el pisto. No podía ver un calabacín cerca. La cebolla y el pimiento verde le ponían enfermo. Una noche del cálido verano de 1975, interrumpió un concierto en un estadio de Norfolk (Virginia) debido a esta aversión que padecía. Lo interrumpió y le gritó al público que olían a cebollas y a pimientos verdes. También les gritó lo mismo a los miembros de su banda. Oléis a cebollas y a pimientos verdes!!! Les espetó esta fraese con una vena a punto de estallar en su cuello mientras dejaba la canción Burning in love a medias.
Ya sé que está historia sobre Elvis puede parecer inventada. Podría incluso parecer imaginada por Manuel Vilas. Pero es una historia real. Yo también pensé en Manuel Vilas cuando leí el artículo en el que se contaba esta anécdota sobre el Rey del Rock. Esto a Manuel Vilas tiene que hacerle gracia, pensé entonces. Así que escaneé la noticia y se la envíe por email. Parece que le gustó; muy bueno, contestó refiriéndose al artículo. Tal vez sintiese cierta empatía al ver la noticia, tal vez a Manuel Vilas tampoco le guste el pisto. Quizá no pueda ver un calabacín cerca. Quizá la cebolla y el pimiento verde le pongan enfermo. No lo sé. Yo tengo la suerte de que me gusta el pisto y me encantan los discos de Elvis y me entusiasman los libros de Manuel Vilas. Sí, es cierto, soy un hombre con suerte, no debería quejarme. Pero la verdad es que, aunque me considerase el hombre con más suerte en este mundo, sé que siempre encontraría algo de lo que quejarme. Y es que siempre hay algo de lo que quejarse si uno está vivo y sale a la calle y ve a las mujeres pasar con sus minifaldas, agarradas de los brazos de esos hombres más altos y más guapos y con unos zapatos más limpios. Hay que estar muerto, o ser un zombi, para no quejarse nunca. También esto me recuerda a Manuel Vilas, concretamente a un poema suyo, titulado El inmaduro:
“Me pasa siempre, y duele, y confunde. Debe ser algo relacionado con la desesperación de vivir. Si estoy en Barcelona, me gustaría estar en Madrid.
Si estoy en Zaragoza, me gustaría estar en La Coruña. Si estoy en La Coruña, me gustaría estar en la cima del Aneto, comiendo setas venenosas bajo el cielo helado. Si voy al cine, en mitad de la película me entran unas ganas revolucionarias de estar en mi casa viendo la televisión. Si estoy sentado en el sofá viendo la televisión, me gustaría estar muerto y enterrado en el cementerio, contando los días que faltasen para la resurrección de la carne.
Todo me persigue, ciudades, cines, casas, cementerios. Si estoy con amigos, preferiría estar con amigas. Si estoy con amigas, me gustaría estar con enemigas. Si estoy con enemigas, me gustaría estar en casa durmiendo la siesta. Si me compro unos zapatos con cordones, en que salgo de la tienda y ando por la calle empiezo a envidiar a todos aquellos que llevan zapatos sin cordones. Y también me pasa con las camisas, las cazadoras, los pijamas, y las sandalias en el verano. Y también con las vidas: Si me pienso abogado, preferiría ser médico. Si médico, sacerdote. Si sacerdote, hombre casado y con siete hijos. Si casado, soltero. Si soltero, viudo muy apenado. Si viudo, monje. Si monje, matador de toros. Estés donde estés, no has acertado por completo. Siempre hay algo más barato y mejor por ahí. Siempre hay vistas desconocidas en el acantilado de la vida. Me está matando esto de vivir una sola vida. La gran muerte de vivir en una sola forma.”
Noticia aparecida en la revista Hola! en agosto de 1975
11 comentarios:
La gran muerte de vivir de una sola forma.
Con eso me quedo.
Saludicos.
Sorry.
La gran muerte de vivir en una sola forma.
Saludicos
Menudas narices tenía Elvis para captar esos sutiles aromas a tanta distancia de su público... Porque imagino que no estaría pegado a ellos, bajo la influencia de su aliento. O eso, o es que hay marcas de desodorante que se las traen...
Saludos.
Hola me puedes hacer un favor , mirar la traductora de la edición francesa de Perder Teorías , gracias.
Francias, se llama André Gabastou, y es quien traduce habitualmente los libros de Vila-Matas al francés.
jejeje, quise decir Francis, y me he dado cuenta de que te he llamado Francias.
Gracias, es que he visto en la edición española ( la original ) que hay una traductora del prólogo.
Eres un lince, Francis. ¿En qué lengua escribió el prólogo la hija del temerario Themer?
De la temática Themer, quise decir. Tal vez Gabastou nos lo aclare algún día, si fue quien tradujo el prólogo al francés.
No hay prologo en francés, pues el libro -así visto de lejos— tiene menos páginas, no, Alex?
El prólogo fue escrito con posterioridad a la versión francesa, o no se consideró oportuno incluirlo allí, qué sé yo, por zarandajeo editorial o por puro despiste, o porque apareció el doble de alguien más. A mí me tiene muy intrigado la cuestión del falso taxista, que parece un infiltrado ¿del mundo literario? Por más letras que cuento, no me salen todas esas faltas de ortografía en el cartel. Ese falso taxista es muy sospechoso. Tal vez haya un tercer prólogo traducido en la guantera, y el taxista de Vilem Vok atado en el maletero.
Así es, sr. Kaplan, está usted en todo, no hay prólogo en francés. Y eso sólo significa una cosa. Pero no seré yo quien la diga.
Publicar un comentario