viernes, 11 de marzo de 2011

PANTALLA, PASEO Y TEXTO (como un remolino de cabello imposible de peinar)




Y es entonces cuando me pregunto qué es lo que hago delante de esta pantalla. Me pasa a veces: tras unas cuantas horas navegando por Internet me doy cuenta de que no he hecho nada de provecho ni he visto nada que haya merecido la pena. Pero sigo ahí, dando vueltas. A menudo, después de dar un sinfín de vueltas, aparezco como por  arte de magia, sin saber muy bien cómo, en el mismo lugar en el que había empezado a navegar. Incrédulo, sacudo mi cabeza y tomo aire. Entonces me acuerdo siempre de un amigo pintor que me contaba, hace ya muchos años, que había días en que se pasaba las horas dando vueltas alrededor de un lienzo, mirándolo y remirándolo, y, al caer la noche, daba tan sólo un par de pinceladas y abandonaba tan contento su estudio. Así que supongo que espero algo así, espero al final hallar algo que me haga desconectarme contento, abandonar esta pantalla sin esa sensación de tiempo perdido que a menudo me corroe las entrañas. Me gustan los días en que doy un sinfín de vueltas y los hallazgos se encadenan. Es como salir a pasear y disfrutar de lo que uno va encontrando en el camino. Sin prisa. Sin rumbo. Pasear sin conciencia de paseante. Pasear por pasear. Un paseo por las teclas. Clac. Clac. Clac. Me agrada cuando la pantalla funciona así, como un paseo. Pero no siempre es fácil conseguirlo. También están los días en que todo parece abocado a desinflarse. Los días en que todo pierde fuerza a mi alrededor. Pero eso ya nada tiene que ver con la pantalla, ni con las teclas. Eso tan sólo me atañe a mi. A nadie más. Se trata de un mal concéntrico, centrado, concentrado. Dentro. En el interior del interior de la materia gris. Descolorida. Difuminada. Desteñida. En blanco y negro. Sin el menor rastro de todo ese color que todos habéis estado esperando.
(Y siento que al final, como otras muchas veces, muy a mi pesar, mi texto termina por rebelarse y mostrarse indómito, como un remolino de cabello imposible de peinar.)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Juas, pero qué bien escribes... Estaba paseando por internet, tal cual lo cuentas, y me topo contigo, con este escrito, y mira, hoy me levanto de esta mesa con una sonrisa. Has contribuido a que mi paseo sea placentero. Gracias.

ÁLEX NORTUB dijo...

Oh, pues gracias, María, es muy agradable pensar que te he arrancado una sonrisa. Aunque, sintiéndolo mucho, eso de que escribo bien lo pongo en duda. Escribo porque me gusta, pero leo a otros y sé que no les llego ni a la suela de los zapatos.
Un abrazo.