jueves, 17 de diciembre de 2009

EL PADRE DE EDWARD

Garrett Henry Hopper,
padre del pintor Edward Hopper
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El padre de Edward Hopper siempre alentó a su hijo a dedicarse a la pintura. En algún lugar de Nueva York, Garrett Henry Hopper regentaba una tienda de frutos secos. Durante el tiempo que se ocupó de ella, la tienda no tuvo el éxito que, en otros tiempos, había tenido llevando las riendas sus antepasados. Se retiró a los 49 años, con la ayuda de una herencia que recibió su esposa. El padre de Edward Hopper lucía unas de esas enormes patillas que casi llegan a confundirse con el bigote. Era la moda de la época. Las llevaba con orgullo, le gustaba atusarlas de vez en cuando. La familia, debido al endeble carácter del padre, estuvo siempre dominada por las mujeres, por la madre, la abuela y la hermana del pintor Edward Hopper. Era aquel un hogar bautista estricto, pero el joven Edward se sentía a gusto, sólo pensaba en pintar. Fue un buen estudiante en la escuela primaria, empezó a mostrar un gran talento para el dibujo a la edad de 5 años. Absorbió con facilidad las tendencias intelectuales de su padre y el amor por la cultura francesa y rusa. Garrett Henry Hopper observaba a su hijo dibujar a hurtadillas; le espiaba a través de una finísima rendija en la puerta de su cuarto. Podía pasarse horas allí, mirando a su vástago dibujar mientras, con una lentitud sobrehumana, atusaba una vez más sus enormes patillas. Después, cuando la somnolencia invadía sus párpados, se sentaba en una mecedora y, sumido en la flemática oscilación de su cuerpo, soñaba siempre que su hijo llegaría a ser un gran pintor.
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Edward Hopper, el primero que aparece sentado,
en la clase de dibujo de la New York School of Art, 1903