Al final, ayer, tras retorcerme durante horas, tuve que ir a urgencias. El médico me dijo déjate de tonterías, como no guardes estricto reposo puedes terminar perdiendo el pie. Creo que sólo lo dijo para darme miedo. Y lo consiguió. Me preguntó además de qué manera mi pie se había convertido en una sandía. Entonces le conté que había acudido a la presentación de un libro. ¿Qué libro? ¿De qué escritor? me encanta leer, dijo a continuación sonriendo y mostrando unos dientes enormes. Dublinesca, de Enrique Vila-Matas, respondí yo esperando que, tras escuchar el nombre, comprendiese que mi pie hubiese terminado convertido en toda una sandía. No lo conozco, soltó entonces con desdén. A mi el que me gusta es el Zafón, ese si que sabe escribir, remató sacando pecho.
Salí de allí tambaleándome y pensando en que no volveré a ese médico. Nunca. Jamás.
Prefiero que me corten el pie.
4 comentarios:
En realidad aún te quedaría otro pie y, esperemos, una larga vida para trotar alegremente con un solo apoyo.
Te conviene un doctor austríaco o alemán, por lo menos.
Yo ando comprobando cuánto tiempo tarda en crecer la uña del dedo gordo del pie. De un pie. Una uña siempre se amputa en varias operaciones, y se podría decir sin miedo a caer en el (t)error que se tarda toda una vida en hacerlo...
¿No formará usted parte de una transpiración shandi"A"?
Otro abrazo.
Yo que ese médico no alardearía públicamente según de qué lecturas, no vaya a ser que le abran expediente por quebrantar el juramento hipocrático...
Ánimo con esa extremidad (bueno, y con todas las demás).
Saludos.
De acuerdo con 39.Herir de esa manera la sensibilidad de un paciente es saltarse a la torera el juramento hipocrático.
Que te mejores.
Saludicos.
No he leído a Zafón, pero sí que comparto a Vila-Matas y una enfermedad crónica.
Un gran blog.
Un saludo.
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