A veces, cuando creo que nadie me mira, que nadie me ve, que nadie se entera, lo hago. Lo hago con esmerado disimulo. Siempre sin llamar la atención. De manera imperceptible. Casi me atrevería a decir que se me escapa. Me sale sin querer, como un bostezo o un estornudo. Por suerte, creo que nunca nadie me ha visto hacerlo. He logrado ocultar este defecto mío durante muchos años. Y sé que no está bien que lo haga, y menos aún hacerlo a hurtadillas. Lo sé. Lo sé y siento una gran culpabilidad siempre que termino de hacerlo. Pero, al mismo tiempo, he de confesar que hay algo en ello que me agrada. Hay algo que encuentro incluso placentero, que me satisface, me satisface tanto que me siento incapaz de dejar de hacerlo. Por mucho que la sensación de culpa me martirice durante días, sé que volveré a caer.
Sí, a veces, cuando creo que nadie me mira, que nadie me ve, que nadie se entera, esbozo una sonrisa.
4 comentarios:
Me alera tu fantasmagórico retorno.
Curiosamente,Oso posteó sobre fantasmas hace poco.
http://osonaranja.blogspot.com/2007/05/fantasmas.html
Saludos.
Ay, esa sonrisa. El día que la fui a ver tenía ochocientos japoneses empujándome y doscientos alemanes esperando a que me cayera para pasar por encima de mí.
Algún día veré ese cuadro sin gente, a solas y sin prisas, sin japoneses, sin alemanes. ¿To es mucho pedir?
Recuerdos a Franky.
M
Qué susto "verme" con ese cuerpo, acostumbrado como estoy a los zapatos de buzo y a calzar un cincuenta...
Lo mío con la sonrisa fue peor: el día que fui a verla estaba cerrado.
Saludos.
uno empieza por una sonrisa a hurtadillas y acaba a carcajadas delante de, quéséyo, un parquímetro de la ORA.
es mi deber prevenirte que estás fugando con juego, amigo
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