jueves, 7 de mayo de 2009

El mensajero

Pintura de Jan Vermeer
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Permanece sentado. El traje, realizado a medida por el mejor sastre del país, le queda como un guante. Mientras permanece sentado, no deja de mirarse al espejo y de colocar de manera obsesiva el nudo de su corbata. También, de cuando en cuando, entreabre su boca y observa sus dientes mientras los aprieta con inquina. Sabe que debe hacerse un nuevo blanqueamiento dental. Entre visita y visita al dentista, el tabaco no tarda nada en amarillear levemente toda su dentadura. Esta es una de sus mayores preocupaciones. Podría decirse que esta es una de sus mayores preocupaciones desde que empezó a trabajar ante las cámaras; esto y que la calvicie avance, por su cuero cabelludo, a pasos agigantados y sin remedio alguno. Permanece sentado. Una mujer de unos veinte años se acerca y comienza a maquillarle. Como cada día, mientras se deja maquillar, observa su escote; la imagina en su cama chillando de placer. Cuando la mujer se va, vuelve a mirarse al espejo, a entreabrir su boca, a apretar sus dientes con inquina para, a continuación, coger su teléfono móvil y llamar al dentista. Pide una cita para el día siguiente. Tras confirmar su cita, se estira y bosteza. Nada le apetece menos que aparecer ante las cámaras. Sabe que el tiempo que permanezca en antena no dejará de pensar en sus dientes, en que deben permanecer velados, en que no deben ser vistos por ninguno de los millones de espectadores que siguen su espacio. Después mira la foto de sus dos hijos, situada en un marco color caoba, junto al espejo, y piensa que el próximo fin de semana les toca pasarlo con su ex-mujer. También piensa que su ex–mujer necesita un blanqueamiento dental cuanto antes, pero no va ser él quien se lo insinúe. La época de los mares de reproches hace tiempo que quedó atrás.

Por fin se levanta. Encaminando sus pasos hacia el plató, tras un telediario repleto de crisis, pandemia, corrupción y asesinatos, se planta ante el mapa del tiempo y, con una sonrisita contenida, sin apenas mostrar sus dientes, explica que para los próximos días se acerca un enorme anticiclón, repleto de sol y altas temperaturas que se repartirán, de manera uniforme, a lo largo y ancho del país.





Pintura de Jan Vermeer
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5 comentarios:

Lara dijo...

impresiona


un abrazo

39escalones dijo...

No sé a cuál de los variopintos hombres del tiempo (que por cierto, se han reproducido en poco tiempo como una plaga) que pululan por esas cadenas de dios encajar aquí... Eso sí, el primero de los cuadros es uno de mis favoritos.
Saludos.

Álex Nortub dijo...

Gracias, Lara.
Con cierta frecuencia, te visito.
La impresión es mutua.

Un abrazo.


Lo cierto, Alfredo, es que no tenía en mente a mingún hombre del tiempo en especial. Más bien es el conjunto de todos ellos, convertido en una especie de Frankenstein televisivo.
Veo que tenemos bastante en común, la pintura de Vermeer también es una de mis favoritas.

Gracias, una vez más, por tu comentario.

Un abrazo.

carmen dijo...

Maravillosa la luz de los cuadros de Vermeer.La dentadura ,de prospecto de clínica dental de las buenas.Vamos,tipo Hollywood.Y lo del hombre del tiempo...Yo no se si estarás de acuerdo,pero últimamente proliferan que da gusto.Y parece ,que con lo que gesticulan para explicarnos si va a llover o no,si van a bajar o subir las temperaturas etc etc ,más parece una clase de danza,mímica o algo así,que un simple informativo sobre el tiempo.El relato me ha gustado.Saludicos

carmen dijo...

Sorry,el cuento.Saludicos