viernes, 28 de noviembre de 2008

ESPACIO DE ARTISTA (VI): Paul Klee

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Como bien saben todos aquellos que me conocen un poco, aunque hace ya tiempo que asumí que nunca llegaría a serlo, quise ser pintor. Quise ser pintor cuando descubrí la obra de Paul Klee. Antes ni siquiera se me había ocurrido pensar en ello. Pero en el momento en que, hace ya muchos años, durante mi adolescencia, en un suplemento dominical, me topé con un reportaje sobre Paul Klee, quise ser pintor. Es Paul Klee uno de mis artistas preferidos. Un artista que, una vez que se encontraba en el estudio, tenía algunas manías. Pero no manías demasiado extravagantes. No. Eran las suyas manías bastante razonables. Le gustaba a Klee sentarse y ladear su cabeza para observar sus pinturas. Primero la ladeaba hacia la derecha y la dejaba descansar en la palma de su mano. Unos minutos después hacía lo mismo ladeando su cabeza hacia el lado izquierdo. Muchas veces, tras un rato de ensimismada observación con su cabeza ladeada, se levantaba y, con medido entusiasmo, le daba la vuelta al cuadro. Le daba la vuelta poniéndolo patas arriba. Le daba la vuelta al cuadro como si le diese la vuelta al mundo. Así nacían otras muchas posibilidades. El abanico se abría más y más regalándole aires de un frescor lejano. Aires que le envolvían dejándole de nuevo ensimismado. Sí, así es, podría decirse que el ensimismamiento era el estado habitual de Paul Klee cuando se encontraba en el estudio. De vez en cuando también le daba por juguetear con los marcos de sus cuadros. Los situaba en su regazo y los zarandeaba nervioso mientras visualizaba como enfrentarse al lienzo. Y si veía que algo no funcionaba como a él le gustaría sobre la tela, se ponía a dibujar. Cogía papel y lápiz y cambiaba de aventura. Cambiaba el blanco del lienzo por el blanco del papel. En el blanco del papel se encontraba Paul Klee muy a gusto. En el blanco del papel, de nuevo ensimismado, Paul Klee se encontraba como en casa.

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Paul Klee en su estudio de la Bauhaus, Weimar, 1924.
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Paul Klee contemplando uno de sus dibujos, 1939 .
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"Ensimismado", autorretrato realizado por Paul Klee en 1925.

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Paul Klee de nuevo ensimismado, esta vez ante la cámara.
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1 comentario:

el lector dijo...

No sé.
A mi me gustaría haber sido Mondrian.
Yo soy de letras, filólogo puro -o sea, hispánico-. No sé. Me hubiera gustado traducir en palabras la belleza de la razón, de la lógica.
Mondrian, sí. Color y orden. Vidrieras de la razón.