viernes, 21 de noviembre de 2008

ESPACIO DE ARTISTA (V): Constantine Brancusi

.
.
.

El escultor Constantine Brancusi en su estudio parisino
.
.
.

Tras abandonar Rumanía, país en el que nació en 1876, Constantin Brancusi llegó a París en 1904. Aunque introvertido y taciturno, no tardó Brancusi en hacer algunas amistades en la ciudad francesa. Pero no se hacía amigo de cualquiera. No. Primero entabló amistad con el pintor Amadeo Modigliani. Después se hizo también amigo del músico Erik Satie. Por la misma época hizo muy buenas migas con Marcel Duchamp. Creo que queda claro que no se hacía Brancusi amigo de cualquiera. No. Pero las suyas eran amistades intermitentes, pues Brancusi pasaba largas temporadas enclaustrado en su estudio, sin apenas ver a nadie. Entraba en su guarida cuando todavía no había amanecido y salía de allí bien entrada la noche. Podía pasarse horas, días, incluso meses, sentado ante una enorme piedra antes de comenzar a esculpirla. La miraba como quien contempla el mar, las nubes o el vuelo de un halcón. Hasta que llegaba un día en que, mientras observaba el color del marmol, asentía con un leve vaivén de su cabeza y, tras levantarse con el cincel y el martillo en sus manos, se enfrentaba a la piedra con un continuo golpeteo que bien podría recordar al latir de un corazón. De un corazón pausado. De un corazón sin prisas. A veces también trabajaba la madera. Para este material, además de utilizar varias gubias, se valía de un hacha. Un hacha que había viajado con él desde Rumanía y que perteneció a su abuelo. Hace unos años pude ver, en el Centro de Arte Georges Pompidou de París, una maravillosa reconstrucción del estudio del escultor rumano. Tal y como puede observarse en alguna fotografía, comprobé que Brancusi tenía un gran ventanal en su estudio. Ventanal por el que veía pasar la nubes. Y así, viendo pasar las nubes, imaginaba Brancusi que sus esculturas alcanzaban el cielo para perderse después en el espacio. Por eso sus obras tienen títulos como Columna sin fin, títulos como Columna del infinito. O títulos como Pájaro en el espacio, pues entre nube y nube, siempre le gustó a Brancusi seguir con su mirada las piruetas de las aves que danzaban en el aire.

.
.
.

.

.

.

.

.

.

4 comentarios:

entrenomadas dijo...

Me apetece saber más de este escultor al que no conocía.

Jo, cada día me doy cuenta de lo mucho que no sé, es más cada día veo que no sé nada de nada. Le doy las gracias a este Hotel.


M

ÁLEX NORTUB dijo...

Gracias a tí, Marta, por dejarte caer por este Hotel. Sin huespedes nada sería igual. Támpoco creas que yo sé mucho, tan sólo me lo invento.

Anónimo dijo...

Vaya vaya con Brancusi. Está claro que no se hacía amigo de cualquiera, tan claro como que no esculpía cualquier cosa.

Es el paradigma de la esbeltez emotiva.

Anónimo dijo...

Manzoni, "Socle du Monde": le piédestal, dump, détient le monde. Maintenant, tout est une œuvre d'art.

"Chariot du monde (après Manzoni)": le chariot, dépotoir,détient le monde. Maintenant, tout devient une marchandise.

http://www.youtube.com/watch?v=bBc8Oh4kA2U&feature=autoplay&list=ULPePWLlE1RP0&lf=mfu_in_order&playnext=3