jueves, 30 de octubre de 2008

Raro donde los haya (I): Alfons Walde

"Autorretrato", 60 x 45 cm, óleo sobre cartón, 1936


"En las montañas" , 42 x 60 cm, 1935



Ahora que al invierno le da por asomar sus zarpas, qué mejor que escribir sobre un pintor que adoraba la nieve. Un pintor nacido en Kitzbuhel (El Tirol) un gélido 8 de febrero de 1891. Se llamaba Alfons Walde. Se dio a conocer en Austria por sus paisajes nevados y sus escenas de esquiadores. Antes de esto obtuvo en Viena el título de arquitecto, oficio que desempeñó durante años alternándolo con la pintura y el arte gráfico. Durante su estancia en la ciudad del Danubio, frecuentó los círculos artísticos que incluían a Gustav Klimt y a Egon Schiele (este último llegó a hacerle un retrato). En aquellos días de estudiante su pasión por la nieve le llevó a convertirse en un gran esquiador. Aunque, tras romperse una pierna en una aparatosa caída, no volvió a practicar este deporte. Pero decidió dedicar su vida a pintar escenas en las que los esquiadores y la nieve fuesen los protagonistas. En 1924 sufrió una grave crisis creativa. Fue entonces cuando conoció en Berna al escritor Robert Walser. Los encuentros entre Walde y Walser, aunque escasos, fueron muy fructíferos para el pintor austriaco. Walser animó a Walde a continuar pintando paisajes nevados y Walde agradeció siempre a Walser sus palabras de apoyo. También Walser influyó en gran medida a Walde tras hablarle se su amor por las cosas pequeñas, diminutas, casi invisibles. Hasta el punto de reducir Walde el tamaño de sus pinturas tras conversar una tarde con Walser. Mientras escribo esto imagino a Walde charlando con Walser. A Walser charlando con Walde. A Walde y a Walser. A Walser y a Walde.
Un gélido 11 de diciembre de 1958, murió Walde mientras paseaba (como Walser dos años antes) por la nieve que tanto amó.





"Aufstieg", 1931, 42 x 59 cm



"Kristiania", 26 x 22 cm, 1925

110 x 130 cm, 1924

52 x 39 cm, 1927


témpera sobre papel


"Aufstieg", 47 x 52 cm, 1930

www.alfonswalde.com


1 comentario:

entrenomadas dijo...

El autorretrato me parece sublime.
Esa mirada entre ausente y relajada o perdida, no sé muy bien.

Un pintor que amaba la nieve. El frío se cuela en su obra, sin duda.


Bicos,


Marta