martes, 2 de diciembre de 2008

Meraud Guevara

La pintora Meraud Guevara (1904-1993)
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Sin saber muy bien cómo ni por qué, hay artistas que pasan desapercibidos. Artistas que están ahí como si no estuviesen. Artistas que tan sólo se asoman. Es el caso de la pintora británica Meraud Guevara (1904-1993). Poco conocida y ausente en los libros de historia del arte, Meraud Guevara, al contrario que muchos artistas, fue reconicida en su tiempo y olvidada después. En 1943 participó en la exposición 31 mujeres que realizó Peggy Guggenheim en su galería de arte. Meraud, de familia londinense, millonaria y mecenas de las artes, estuvo desde niña en contacto con el ambiente artístico de la ciudad. En 1926 se fue a Nueva York, a estudiar con Alexander Archipenko. De regreso a Londres, la joven Meraud dio un gran disgusto a su familia. Se enamoró de un pintor llamado Christopher Wood. Un pintor adicto al opio. Los dos, juntitos, huyeron a París en 1928. Tenían la firme intención de casarse en la ciudad francesa. Pero no pudieron hacerlo ya que la joven Meraud, alocada como era, olvidó su pasaporte. Poco tiempo después de aquella huida a París, terminó su relación. Y en 1930, el pintor Chistopher Wood, adicto al opio, murió cayendo a las vías de un tren (y supongo que cerca habría algún hotel). Durante el cálido verano de 1928, comenzó Meraud a recibir clases nada más y nada menos que de Francis Picabia, vecino de la familia de la pintora en Mougins, lugar de veraneo en la Rivera Francesa. Allí, en Mougins, aquel cálido verano de 1928, Meraud estuvo en contacto con Duchamp, Picasso, Leger, Gertrude Estein e Isadore Duncan. Francis Picabia organizó poco después, tras el cálido verano de 1928, una exposición de Meraud Guevara en París. Desde entonces la pintora británica no dejó de exponer y pintar. No dejó de exponer y pintar hasta que, a los 88 años, en 1993, la muerte la visitó en París.
La mayoría de los cuadros de Meraud retratan a una mujer morena y de ojos negros. A menudo con algún perro cerca. Son retratos llenos de misterio. Las mujeres de sus cuadros suelen mostrarse distantes. Ausentes. Con la mirada perdida. Parecen sumidas en cierta angustia. No se sabe si tan sólo posan para la artista, o quizá observan algo. Algo que al espectador se le escapa. Algo que queda fuera del cuadro. Algo que, a Meraud, por lo que fuese, nunca le interesó desvelar o nunca le preocupó saber.
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Mujer con calcetines blancos, 1937, oleo sobre lienzo, 72 x 54 cm.
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Mujer y sabueso, 1938, óleo sobre lienzo, 63 x 91 cm.

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Mujer con perro
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Meraud Guevara, Francis Picabia, Olga, Michel Corlin, Germaine y Lorenzo.

(Mougins, Rivera Francesa, 1928)

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5 comentarios:

Anónimo dijo...

Cada vez que visito este blog, me gusta menos. Pronto igual ni lo visito.

Anónimo dijo...

Pues no lo visite si no le gusta, pero haga el favor de no dejar de escribir.

Anónimo dijo...

Me ha recordado un poco, vayaustéasaberporqué, a Maruja Mallo.

Y también se me vino a la cabeza, vayaustéasaberporqué, Pedro Páramo

OLIVER dijo...

HOLA, QUE EMOCION ES MI BISABUELA, SOY PATRICIA GUEVARA Y TAMBIEN ME DEDICO A LA PLÁSTICA, GRACIASPOR LA ESTUPENDA PUBLICACIÓN

ÁLEX NORTUB dijo...

Hola, Patricia

La emoción es mía, al saber que un bisnieta de Meraud Guevara ha leído este humilde texto sobre una gran pintora. Un abrazo.