lunes, 15 de diciembre de 2008

MUECAS

Charles Laughton (1 de julio de 1899 - 15 de diciembre de 1962)
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Eres un prestigioso historiador de arte. Vives en Barcelona pero estás de viaje en Nueva York. Te hospedas en un hotel del centro de Manhattan. Como otras muchas mañanas, te miras en el espejo del cuarto de baño. Tienes una barba de lo más anodina. Es una barba de tres días. Dudas entre afeitarte o dejarte una barba como Dios manda. Te da por hacer muecas ante el espejo. Sonríes, inflas los mofletes, frunces el ceño, abres los ojos mostrando sorpresa, levantas la ceja derecha mientras haces descender la izquierda. Tanta mueca te hace pensar en Rembrandt una vez más. Sabes que el famoso pintor holandés se autorretrató durante toda su vida. Desde su juventud hasta poco antes de fallecer. Entre dibujos, grabados y pinturas, sabes que realizó más de un centenar de autorretratos. Se autorretrató sonriendo, inflando sus mofletes, frunciendo el ceño, abriendo sus ojos mostrando sorpresa, levantando su ceja derecha mientras hacía descender la izquierda. Podrías decir que se autorretrató con todas las muecas que sus músculos faciales le permitían realizar. Siempre te ha gustado Rembrandt. Te atreverías a decir que es tu pintor preferido. Llevas toda la vida estudiando su obra y su vida. Has viajado en muy diversas ocasiones a Holanda. Allí has visitado el Rijksmuseum y la zona en la que vivió el artista. Has publicado una decena de libros sobre el pintor holandés. Nueve de ellos de ensayo y, hace poco, un libro de ficción: Las mil muecas de un pintor holandés. Por todo esto te han elegido para impartir esta tarde, en un célebre museo de Nueva York, una conferencia sobre Rembrandt. Sabes que la conferencia será un éxito. Tu inglés es soberbio y tus conocimientos sobre el tema son tan extensos que podrías pasarte una semana hablando sin parar. Pero ahora te asalta una duda. Ante el espejo te preguntas si deberías afeitarte o dejarte una barba como Dios manda. Te dices que no deberías acudir a la conferencia con esa barba tan anodina, de tres días. Te da un aspecto de desaliño que no te convence. Pero quieres dejarte barba, una barba como Dios manda. Sabes que puedes afeitarte para la conferencia y dejarte la barba días después. Así que decides hacerlo.

Mientras te afeitas, te da por dejarte el bigote. Cuando terminas te observas en el espejo y, aunque sabes que no te pareces en nada a ninguno de los autorretratos de Rembrandt que te vienen a la cabeza, te sorprendes al darte cuenta de que, ahora, con ese bigote, con esos pelos que salen disparados bajo tu nariz, eres calcadito al actor Charles Laughton, al actor Chales Laughton cuando encarnó al famoso pintor holandés.

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Charles Laughton encarnando a Rembrandt
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A continuación, algún que otro autorretrato de Rembrandt (1606-1669):
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3 comentarios:

Gloria dijo...

Creo que Laughton y Rembrandt estaban condenados a "encontrarse", siendo como eran ambos unos irreductibles defensores de su manera de ver el arte.

A Rembrandt eso le costó el ostracismo y morir pobre. A Laughton le costó, entre otars cosas, no recibir honores del pais en el que nació (más interesado en nombrar caballeros a jugadores de cricket).

Pero ambos siguen hoy siendo apreciados, y seguro, que allà donde estén se están riendo de aquellos que les negaron el pan y el agua, condenados como están al olvido.

entrenomadas dijo...

Alex, perfecta combinación.
Rembrandt es impresionante, siempre me deja muda.
Una joya.

Un beso,

Marta

39escalones dijo...

No es mal ejemplo al que parecerse Laughton.
Te dejo un diálogo de celuloide que tiene algo que ver con Rembrandt, pero no con Korda o Laughton...
http://39escalones.wordpress.com/2007/11/08/dialogos-de-celuloide-el-expreso-de-chicago/
Fenomenal post.
Saludos.