jueves, 4 de diciembre de 2008

La cama del protagonista

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Pintura de Ángel Mateo Charris, La vara roja, 2003, óleo sobre lienzo, 50 x 61 cm
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Cuento de mi libro El triste Festín (2002):

LA CAMA DEL PROTAGONISTA

La nieve no cae de manera abundante. Esto no sería importante si no fuese porque el protagonista de esta historia se encuentra tendido en el suelo, inconsciente. Está tendido en un descampado. La nieve no cae de manera abundante pero, poco a poco, va cubriendo el cuerpo del protagonista de esta historia. Lo va cubriendo hasta adquirir la apariencia de una estatua derribada, una estatua de mármol. No sabemos como ha perdido el conocimiento el protagonista de esta historia, tan sólo sabemos que la nieve, que no cae de manera abundante, ha cubierto ya la totalidad de su cuerpo. Entonces tose. Tose una y otra vez y recobra el conocimiento. Al despertar, tampoco el protagonista de esta historia sabe como ha llegado a perder la consciencia ni como ha ido a parar a ese descampado. Se levanta y, tiritando, se sacude la nieve de su ropa. Por no saber no sabe ni su nombre, ha olvidado como se llama o donde vive. Mira a su alrededor. Al otro lado del descampado hay una masía. Se dirige hacia allí. Cuando llega a la masía se fija en que las contraventanas están cerradas de par en par. Llama a la puerta y nadie contesta. Entonces el protagonista de esta historia decide forzar la puerta para guarecerse y llevarse algo a la boca. Cuando consigue acceder al interior de la masía, lo primero que hace es buscar la cocina. Una vez allí, encuentra en un armario un paquete de galletas y varias latas. Come hasta saciar su hambre. Después, sube las escaleras y, en la primera planta, en el pasillo, en un viejo armario, encuentra ropa. Se desnuda y se viste con un pantalón, una camisa y una chaqueta de lana que le quedan como un guante. Entra en una habitación y se mira a un espejo que hay en la pared. Piensa entonces que no recuerda su propio rostro. Para el protagonista de esta historia es el rostro de un desconocido. Se tumba entonces en una cama de matrimonio y, al girar la cabeza hacia la mesilla de noche, observa una fotografía. Una fotografía en la que aparecen un hombre y una mujer. El hombre de la foto es el protagonista de esta historia. Se reconoce tras haberse visto en el espejo y, algo aturdido, se fija en una nota que hay junto a la fotografía. La lee despacio: Cariño, no volveré. No intentes buscarme, no servirá de nada.

Indiferente, tras leer lo que a él le parece una nota absurda, se arropa, se acurruca y se dispone, desmemoriado, a echarse un sueñecito en la que, ya en plena duermevela, supone que es la cama de su dormitorio, la cama del dormitorio del protagonista de esta historia.

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Ángel Mateo Charris: El país de la nieve, 2003, óleo sobre lienzo, 200 x 300 cm

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy los cuadritos me gustan, las cosas como son. Pero el texto es para echarse a llorar.

Anónimo dijo...

El texto es genial, claro.

También es genial tener un Anónimo que te lee día tras día. Hay fans que no son tan fieles. Eso significa que algo magnético desprende lo que hace usted, señor Nortub.

Anónimo dijo...

A mí también me ha gustado todo, as usual. Y creo que, para no repetirme tanto, a partir de ahora debería pasar a formar parte de la legión de anónimos autistas y manifestarme sólo cuando esté en desacuerdo con el Sr. Nortub.

PS: ¡Qué grande este Charris!